Zuleika Esnal es actriz, escritora, feminista y –sobre todo- alguien que pone su cuerpo, tiempo y palabras al servicio de otras mujeres para revelarse como una de las nuevas y más honestas voces del feminismo local. Lo suyo es escucha, acción y el simple deseo de querer cambiar el mundo, que no le vengan con vueltas.
En mayo de 2016 en Río de Janeiro más de treinta hombres violaron a una chica de 16 años, exhibiendo en redes sociales su cuerpo herido con la sonrisa de quién muestra orgulloso la tarea realizada. “Por acá pasamos los 33”, se ufanaban. Pocos días después, una mujer que trabajaba en un call center en Buenos Aires posteó en su página de Facebook un texto que se llamó “Bancatelá”. A partir de ese momento, algo cambiaría definitivamente en su vida y en la de muchas mujeres a quienes ayudó a romper el silencio poniendo en palabras lo que ellas solas no se atrevían a contar. Algunos de esos relatos forman parte de Estoy acá, su primer libro, editado por Editorial Sur.
Esnal irradia potencia y dirección. En lo que dice, en cómo lo dice. Conversar con ella es ver desplegarse una honestidad brutal que no toma atajos para decir lo que piensa. Es, podría decirse, un cuerpo feminista, una mujer con ideas fuerza.
A veces, a través de ciertas ideas o acciones, pareciera que tenés la proyección de un megáfono que hace que gestos simples lleguen muy lejos. ¿De dónde sale tu impulso?
– La verdad es que no es un día me puse a pensar “voy a hacer esto”. Escribí lo que pensaba en ese posteo que ni siquiera estaba público, lo había puesto para amigos, y después fue el primero que se viralizó. Me escribe un periodista de El País de España para decirme que estaba en la edición digital del diario, “fíjate porque a lo mejor alguien más te escribió”. Ahora Facebook te avisa, pero en 2016 vos tenías que ir a la bandeja de mensajes filtrados. Cuando voy había entre 70 y 100 mensajes de mujeres de toda Latinoamérica que lo habían leído y estaban contando sus historias. Las empecé a escribir, no me pregunté “esto está bien escrito, o está mal…”, yo siempre pensé que escribía muy mal y tiré todo.
¿Nunca habías escrito?
– Escribí desde muy chica, pero nunca en la vida mostrarlo porque siempre me pareció una porquería. Y en este caso había que hacerlo, contarlo, no me puse a pensar si fui a la facultad, si estudié letras, si esta palabra está mejor que la otra… lo empecé a hacer.
El límite que tenías con tu escritura hasta ese momento, una vez que escuchaste esa historia de Brasil se diluyó.
– Si te lo tuviera que poner hasta medio místico, te diría que por algo me llegó. Y a mí también me ha devuelto mucho. Me di cuenta que podía llegar, que podía ser yo misma escribiendo. Que te puede gustar o no lo que escribo, pero no puede haberlo escrito otra persona. A mí todo eso también me acercó a otras mujeres desde otro lugar, mucho más amoroso, más humilde. Porque para mí era un halago que me dijeran que parecía un pibe más; como si fuera que sos inteligente, simpática, talentosa, sos uno más. No, no soy uno más, soy mujer.
Te conectó con el lado femenino.
– Muy. Con el dolor, con el poder… con el poder cambiar el mundo. Uno piensa, hay que cambiar el mundo, si claro, ¿y cómo haces?, es enorme, ¿por dónde arrancás? Vos le cambiás la vida a una persona y estas cambiando el mundo, literalmente. La humanidad en una persona. A esta altura son un montón, pero empezó siendo una que no había hablado nunca, la primera que escribí fue una chiquita de 19 años en Chile, entraron en auto a la casa, se le mete un tipo y la viola toda la noche con un fierro en la cabeza. Y cuando habló fue tremendo… en una sociedad como la chilena. La piba vuelve a estudiar y… “¿cómo vuelve a estudiar?, entonces no le pasó”, “¿y por qué no tiene moretones?”, “¿Como puede ser que festeje el cumpleaños?”. La condena después del abuso. Entonces que esa piba vea su historia… yo no sabía qué decir, por eso decía estoy acá. “Zule me violaron”, “estoy acá”.
Ante historias así ¿qué podés decir?
– Bueno, pero hay gente que te dice por ahí lo que tenés que hacer, como tenés que moverte. Yo no le puedo decir a una piba que no tiene dónde ir que se vaya urgente. ¿adónde va a ir, si la madre le cerró la puerta, si no tiene familia?
Zuleika no sólo escucha que fue violada, sino que percibe las consecuencias que eso acarrea en la vida de una persona, sabe que hay un día después del día. Es una percepción de amplio rango: incluir contexto es ya una acción de peso, darle lugar al hecho en su magnitud “real”, sin negar ni relativizar su existencia. Y además lo pone en palabras, aunque muchas veces en un primer contacto no haya mucho más para decir que “estoy acá”.
Hay que poder estar acá, no todo el mundo puede.
– Serás otra cosa. Y también… la gente se vuelve cada vez más tirana. Si ayudas a 100 tenés que ayudar a 101. Y si no ayudaste a 101 sos un sorete, sos una feminista de mentira y una sorora de mentira. Tenés que hacer lo que podés con lo que tenés. Si tenés ganas… a lo mejor no tenés ganas. Yo nunca le digo a nadie “ay, ¿por qué vos no ayudas?”. ¡No! ¿Por qué, yo quién soy? Yo lo hago de corazón y porque quiero… Y también es como un vicio, empezás a ver el bien que se hace a otra persona, que se siente acompañada, y que de repente toma coraje y puede denunciar o no, pero decir su nombre, o encontrar otras mujeres, o salir a su casa, o volver a… empoderarse. Es un montón, para mí es como adictivo.
Hay una caja de herramientas particular de cada uno. En la tuya estaba esa capacidad de escucha y una enorme tolerancia al dolor.
– De ahí nació el #EstoyAcá. A mí me hinchaba los huevos que la gente… “vos que sos tan buena, vos que podés”, “vos también podés; yo no tengo computadora, no tengo obra social, no tengo casa, no tengo una mierda, no pago publicidad en Facebook… entonces qué hacés?” “yo soy maestra”, “ponelo, soy maestra, vivo en Bogotá, si sufrís o sufriste violencia de género te doy clases gratis”, y así se armó una red enorme.
Bajo el hasgtag #EstoyAcá existe hoy una red internacional de mujeres que ofrece gratuitamente servicios -o lo que tengan para dar- a quienes sufren o sufrieron violencia de género. Está en Alemania, Holanda, Chile, Colombia, España y muchas provincias argentinas. Pero ése no fue su único gesto que se desparramó y llegó lejos. Hace poco, cuando se conoció el caso de la niña violada y embarazada por la pareja de su abuelo en Jujuy, Zuleika fue la primera en postear su foto con 11 años con el solo texto “Yo a los 11”. Su idea se replicó, se multiplicó enseguida, cruzó fronteras y fue levantada por medios internacionales que ayudaron en la repercusión internacional del caso. Es en esos gestos donde esta pequeña gran mujer manifiesta sus “ideas fuerza”, no se trata de conceptos masticados con el tiempo que salen a la luz después de un largo proceso, sino que tienen algo de explosivo y una capacidad de penetración social muy poderosa. Como si algo de ella misma se manifestara a través de lo que produce en lxs otrxs, con una cuota de energía transpersonal en la que ella funciona como un nexo que abre caminos.
Hay algo de ese arrojo al decir lo que pensás, en donde se ve que no te importa nada más, como si no tuvieras nada que perder…
– No tenía nada, ni que perder ni que ganar. Porque si uno no tiene nada para perder, bueno, a lo mejor me gano algo. Cuando vos no tenés nada para perder ni para ganar, es mucho más honesto, porque no hay especulación alguna de nada. De nada.
Esa falta de especulación puede leerse en tu textos.
– Fue súper honesto, de verdad escribí lo que pensaba. Y no fue normal, estaba volviendo del tren de Floresta, “2000 me gusta en 20 minutos”, rarísimo, una amiga me dice subilo a la página, y lo puse público. El 30 de mayo del 2016 escribí ese posteo. No hace ni 3 años. Y ahí explotó todo.
A partir de ese momento hay un giro, algo se empieza a desplegar.
– Yo había escrito una obra de teatro, Las palomas se mueren como todo el mundo, muy para adentro, porque nunca me animé a sacar nada. Y entones me pasó esto y dije la puta madre. Las personas escribiéndome. Leí esto y quiero contarte… dije, bueno, a lo mejor llega a algún lado. Ahí empecé a pensar esto que Diego Rivera le dijo a Frida Kahlo, si usted es pintora va a pintar hasta que se muera, no va a poder hacer otra cosa. Y yo decía, claro, yo escribo desde que aprendí a escribir, poemas, cosas, la cantidad de cosas que he tirado con tal de no mostrárselas a nadie.
Ahora las mostrás.
– Todo el tiempo. Hay una cosa de empoderarse, darle valor a lo que hacés, de decir “esto es bueno”, y te puede gustar o no pero es mío. Me cago de risa cuando copian y pegan, a veces te afanan, y la gente dice “eso es de Zuleika”, porque aparte es un modo muy particular.
Es completamente reconocible, tiene esta cosa ir a los bifes.
– No hay borrador. Cuando hubo el proceso de escribir el libro, hay una editora, lee, se sienta con vos, esta coma acá, este punto. Pero los relatos siempre es como me siento lo escribo y lo termino. No sé como explicarlo, no sé corregir. También hay mucho de la palabra del otro en esos relatos. Por ahí estoy tres horas, manifiestos, esas cosas, pero no lo corrijo, lo empiezo y lo termino.
¿A partir de ese momento se da tu acercamiento al feminismo?
– Sí, pero yo creo que la mayoría de las mujeres que conozco somos feministas de toda la vida.
– Podemos ser más o menos conscientes o manifestantes…
– Muchas somos feministas de toda la vida y no lo sabíamos. Ahora hay algo más de que tiene un nombre y apellido y se llama feminismo, y que yo me siento amparada y contenida, como si me hubieran dado un DNI, un DNI feminista. Y es maravilloso porque eso encierra un montón de cosas, y hay un montón de cosas que no sé. Me cago de risa porque a un montón de los lugares a los que voy me preguntan “vos de qué clase de feminismo sos”, ¡yo qué sé! Ni idea. Voy adonde hay una mujer sufriendo. Después no importa qué tipo de feminismo, si la tercera, la cuarta, o la segunda ola. ¡Yo qué sé! Yo sé que si estás sufriendo voy a saltar por vos, aunque me parezcas una pelotuda…
Vamos a ese punto, polémico.
– Muy. Y a mí me da mucha bronca, porque cuando una piba me escribe a las 3 de la mañana con un tabique roto, yo no le pregunto a quién votó.
Por entrar en sólo uno de los planos que dividen, el político.
– Pero no es menor. Porque a mí sí me han agredido acusándome de abortera o feminista. Yo, si una piba esta cagada a palos y no la atienden en la comisaría, no le voy a preguntar si esta a favor del aborto o si es evangelista. Vos a mí sí me vas a desear la muerte porque tengo un pañuelo verde, porque me lo han dicho muchísimas mujeres, si te veo por la calle te atropello con el auto… También ha pasado, no por leerme a mí, pero si alguien por leerme ha agarrado otras cosas, “yo era muy anti-todo y mi hija me hizo leer, me dejó pensando cosas, muchas gracias”…
El poder transformador. ¿Tuviste la suerte de cambiar de lado a algún evangelista?
– Lamentablemente no. Pero se va a caer eso también. Yo sé que la iglesia es poderosa… pero no más que el feminismo, que es una cosa que va a arrasar con absolutamente todo lo que esté mal, lo que sea injusto, lo que vulnere derechos. Porque además es lo mas honesto. Estamos hablando de la institución mas corrupta, asesina, anacrónica, violenta de la historia de la humanidad, que es la iglesia. Ahora son las iglesias, porque no sólo la católica. Y del otro lado tenés el feminismo.
Escucho un discurso muy optimista. Si uno lo quiere ver desde el lado oscuro, la humanidad a lo largo de su historia ha hecho todo lo posible por romperse a sí misma. Hubo movimientos revolucionarios sí, la revolución francesa, el hipismo, etc., pero vistos de lejos…
– Pero pará, yo sé que me voy a morir sin ver realizadas ni la mitad de las cosas por las que salgo a la calle. Yo sé que hay otras que dejaron la vida y se murieron para que yo pudiera votar y se murieron sin verme votar. Y yo se que este país va a llegar a la ley del aborto seguro y gratuito. Lo sé porque es irreversible. Es un nuevo orden mundial, no tiene que ver con la ley del aborto en Argentina. Hay algo de la honestidad que tiene el feminismo que no lo tiene ningún partido político del mundo. La honestidad de que la compañera sufra y hay que estar ahí. ¿Cómo comprás eso? No tiene precio. No somos un sindicato traidor. La opresión ancestral a la que hemos estado sometidas. Y no queremos volver a eso. La rebelión más grande es el feminismo. No hay vuelta atrás.
¿Tenés algún referente, alguien a quién mirás?
– Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Las que salían a la calle cuando nadie más salía, y hablaban cuando nadie mas hablaba sabiendo que se les iba la vida. Porque ellas sí sabían lo que pasaba. ¿A esas mujeres les vas a decir que no pueden cambiar el mundo? A mí cuando me vienen con esa cosa de “no se puede cambiar el mundo”, bueno, correte, déjame, déjame porque…
Cuando cambiaste una vida, entendiste que estas cambiando el mundo.
– Todo el tiempo, “¿Vos porque hablas con 10 mujeres pensás que vas a cambiar el mundo? ¡Sí! ¿Dónde están tus diez mujeres? ¿Tus diez personas, tu perro, dónde estás? Si todos ayudáramos a uno. Pero bueno… están desde su casa metiéndote el feministómetro en la concha…
Fuiste una de las actrices que salieron a los medios masivos a hablar a partir de lo de Thelma. ¿Te costo cara esa exposición?
– Hace poco tuve que ir a ratificar la denuncia a la cámara correccional del crimen.
No te achicó en nada.
– Es que yo no me muero más. ¿Qué es lo peor que me podría pasar, que me peguen el balazo que me dicen que me van a pegar día por medio y que me dejen en una bolsa de consorcio en la casa de mi mamá? ¿Y? Por supuesto que mi vida me importa y que me encantaría que no, pero no me muero más, porque yo vivo para siempre en cada mujer que habló. En cada piba que no podía… es que sí, no se muere. Que me maten a mí o te maten a vos… el feminismo no se muere mas. Entonces eso es como que me da una tranquilidad.
Así que ya saben, cualquiera que piense que no se puede cambiar el mundo, a un lado por favor, no hay tiempo para eso. Es con Zuleika, y hacia adelante.
AGENDA: Esnal se presentará con Piel de cordero –obra de teatro de la que es autora y actriz- el 26 de abril, 21 hs, en función a la gorra en Centro Cultural El Batacazo, Medrano 627, y participará en la Feria del Libro en presentación de Pueblos rotos junto a Claudia Piñeiro, Noemí Frenkel y Lola Berthet. Actualmente está escribiendo un unipersonal con y para un actor, Emiliano Carrazzone, “… para que después vengan con esa pelotudez de que el feminismo excluye y odia a los hombres” (SIC:)