Milena Caserola publicará "Temblar" un libro de relatos eróticos de la escritora Sofia Guggiari. Adelantamos uno de los relatos que componen este libro
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El taxi nos deja en Corrientes y Medrano. La esquina es un refugio. Hay aves ansiando fugarse. Separarse sería caprichoso, complicado. Tu mano se desliza terrible por un costado de mi pierna humedecida. Una mirada de reojo. Demente, la cornea dada vuelta. La boca derretida.
Te empujo, me empujás, te reís. Alguna pregunta intradescente que ni escucho. A esa altura de la noche o de la madrugada no escucho muchas cosas. Semáforo en verde y bocinazo. Quiero lo que está por venir. Soberbios detenemos todo. Que pendejos. Como si pudiésemos.
Me encajas un beso. Te arrebatas. Me la gedes. Te re zarpas. Tu muequita de pibito hegemónico me moja enseguida. Estoy empapada. Me excito. Me broto. Con una mano puedo tocarme y con la otra apuñalar. Sueño con filos que cortan pescuezos. Pero te meto la lengua y mi saliva roja quema. Me basta con quemarte. Quiero hundirme contra tu cuerpo. Hacerte poesía. Padecer salvaje. Romperme en mil pedazos. Y después quiero acabar.
Te muerdo. Te quiero. Te ahogo. Te como. Te amarro. Te muestro mi alma en plena avenida. Me apretás el culo buscando algo. ¿Lo encontraste? No se si todo esto. Digo, si todo, o soy yo enloquecida. La calle despierta. El asfalto se aviva. La gente que pasa, espía, juzga, señala, se dicen cosas en secreto. Es sobre nosotrxs. Miran con vergüenza. Es pudor judeo-cristiano.
Calientes, bien calientes. Puedo sentir el infierno. Apoyo mis tetas sobre tu pecho. Cumbres, llanura, selva y vida. Me agarras la mano y me la pones en tu pija. Me cago de risa. Un tachero entre el sueño y la vigilia se nos queda mirando. Su soledad invade nuestra escena. Condenadxs todxs. Nos ofrecemos a sus ojos de espanto.
Las bocas gimen. Tu mano aprieta. Los vientres pegados danzan, se refriegan y vibran. Te toco hasta endurecerte mientras corres con tus dedos mi short de jean ajustado. Mi clitoris. Tus dedos. Me contraigo y respiro hondo. Está todo chorreado.
La pibeada pasa justo, se hace la paja de su vida. La gedencia la agita desde enfrente. Y una rubia recién amanecida con el Clarín bajo el brazo, la mirada retorcida. ¿Sabrá ella? Tanta congoja, oprimida, deseosa, celosa. Gorila.
Mientras te miro desde abajo tus ojos que miran desde arriba. La calle es testiga. Las aves por fin se van volando. Hay tumulto, carcajada, grito, despedida.
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