Después de casi diez años de la publicación de Política y Tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, el filósofo Eduardo Rinesi vuelve a utilizar a Shakespeare como “marco teórico”. Esta vez no será el príncipe de Dinamarca quien funcione principalmente como mediador poético entre las nociones de Maquiavelo y Hobbes, sino Julio Cesar (y otros dramas históricos del “ciclo romano” como Antonio y Cleopatra, y el poema La violación de Lucrecia). El texto analiza exhaustivamente las escenas del complot contra el Cesar, su posterior asesinato, los discursos político-asamblearios de Bruto y Marco Antonio, y su justificación y posición ante el suceso (histórico). Rinesi trabaja como un miniaturista, excavando frases, sentidos cifrados, artilugios retóricos, siendo éstos últimos cálculos de los efectos del lenguaje que el autor deja entrever como el arché de la práctica política (se destaca el minucioso análisis de los discursos de Bruto – en prosa-, y de Marco Antonio – en verso- y las implicancias políticas de ambas modalidades). Al igual que su anterior texto sobre tragedia, Rinesi insiste sobre las tesis una y otra vez, expandiendo sus argumentos en forma espiralada, y dedicará este trabajo a demostrar que un sistema republicano de gobierno no se enfrenta necesariamente a una lógica personalista encarnada en la figura de El Caudillo: “ solo cuando aparece en escena la figura de un líder popular, de un caudillo capaz de aglutinar a esos individuos hasta entonces desanimados e indolentes en una identidad común e impulsarlos a la acción conjunta, ese pueblo abandona su reclusión y propicia el inicio de un proceso de ese cambio que le permita retomar el poder público”. Dependerá, claro, en qué coyuntura esto se ponga en juego, siendo que los hombres providenciales pueden devenir en “Tiranos” según la forma de producción y acumulación que el capital necesite.
En el tramo final del libro, el tono próximo y campechano que Rinesi apunta para que la erudición no obture lo popular se pliega a los witz borgeanos donde la historia no cesa de repetirse en diversos géneros literarios: “Cuántas veces los siglos venideros/ Verán representar nuestra sublime escena”, dice el Casio de Shakepeare; “Pero, che!” dice el gaucho de Borges que matan a traición para que se repita esa misma escena. Eduardo Rinesi se ubica en el punto medio de esa tensión.
¡Qué cosa, la cosa pública!
Eduardo Rinesi
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