La imagen que ilustra El estrecho de Bering sintetiza de manera perfecta toda la empresa del texto: la ucronía como revés de la Historia, como Historia virtual y posible. El fotomontaje que encuadra a un sonriente Stalin y a un taciturno Hitler es la imagen-imposible  de un encuentro que de haberse formalizado habría, sin dudas, transformado el mundo tal como lo conocemos. Justamente  de esos incidentes a escala planetaria que podrían haberlo cambiado todo trata el nuevo ensayo de Emmanuel Carrére (Yoga, El adversario). A diferencia de la utopía que funciona como un aparato crítico donde los órdenes sociales son alterados y ponen en crisis el tiempo presente, la ucronía es un juego de imaginación, una ficción especulativa de sucesos que solo podrían existir en otra línea de causas y efectos. Carrére con una escritura simple y cínica (por momentos ironiza sobre la importancia de su propio trabajo), desarrolla varias de estas ficciones protagonizadas por grandes héroes de la historia: Napoleón y Jesucristo (y cómo en la vida de este último, la intimidad de Pilatos fue decisiva para el posterior despligue del cristianismo).

Además de pasar lista por el género de la ciencia ficción ( la ucronía pertenece a la literatura fantástica) son citados Phillip Dick, algunos fragmentos de Borges, como La otra muerte donde la ucronía se agencia con la metafísica,  Carrére centra todo su ensayo en un (según él) libro monumental en tamaño y complejidad, llamado precisamente Ucronía de 1876 escrito por el filósofo francés y creador del neocriticisimo  Charles Renouviere.

Carrérre intenta una síntesis de este libro  donde se describen ( vía una suerte de palimpsesto transmitido de generación en generación siendo el padre Ampiro, hereje a pasos de la hoguera, el pivote central) los hitos de la historia occidental convirtiendo éstas páginas en las  más logradas por su argumentación y por su creatividad histórica; para sintetizar sería un desarrollo de la historia occidental en donde la empresa cristiana (como religión de Estado) que domina las pasiones, la ideologías y sus fines es sometida y segregada. “Renouvier soñaba con el reino de la filosofía y, como todos aquellos que sienten nostalgia de una edad de oro, imaginó que había existido, en Grecia o en Roma, hacía dos mil años. Pensaba que el cristianismo había destruido ese reino y le guardaba un amargo rencor “

Adentrarse en El estrecho de Bering de Carrére puede ser para el lector una experiencia lúdica pero no por ello liviana: la Historia (ese término bélico que parece explicarlo todo) es apenas una de las posibilidades que por causas aleatorias logró imponerse como lógica e inevitable. Vivimos en un mundo inestable, donde cada acontecimiento fáctico tiene activo entre sus intersticios una deriva virtual que nos advierte que la realidad pura y dura es nada más y nada menos que una zona de disputa interminable.

El estrecho de Bering

Emmanuel Carrére

Editorial Anagrama.