No hay banda, el libro

“Un fantasma atrapado en una ficción”

No hay banda llegó al papel. El biodrama de Martín Flores Cárdenas ahora es cuerpo y

texto. Estamos frente a un libro y es el momento silencioso de leer una obra de teatro, sin embargo, nada será tan simple. La expansión de los límites del soporte sorprenderán al lector así como le sucedió al espectador.

El texto es la obra que se presenta desde 2022 en Casa Teatro Estudio, que retrata los avatares de la versión primigenia de sí misma estrenada por única vez en un festival en Brasil en 2018. Allí, dentro de eso, sucede también el pequeño drama: la muerte de un familiar. Este relato dentro del relato nos propone un momento filosófico y una pregunta metafísica sobre el arte.

¿Cuáles son los límites de la ficción? ¿Dónde empieza y dónde termina este escenario?

¿Quién nos cuenta? ¿Cuál es la voz en off de nuestra propia vida? El libro agrega una instancia más al juego del relato enmarcado.

Hasta aquí, la complejidad estética de su forma, pero por debajo la reflexión no es otra que la madre de todos los temas: la muerte. Punto de encuentro con todos los grandes discursos y sus preguntas. Estamos ante la expresión de la intimidad con la que se vive esa idea. Ajena pero propia. Esos sondeos de pensamiento en los que nos encontramos inmersos por etapas, momentos, a veces todos los días. Siempre fresca ahí y presente la niebla que queremos apartar con trabajo, consumo, proyectos, nimiedades.

No hay banda es un libro visual. Ilustrado por las fotos de Nora Lezano. Prologado por las palabras de la dramaturga, Carla Maliandi. Se vuelve, además, un libro objeto; porque así lo pensó su editorial Cómo atacar un fuego; dedicada a publicar libros de artistas que escriben u obras de artistas que se puedan llevar a texto e imagen.

Es una excelente opción de lectura para quienes quieran realizar una obra de teatro; para los que estén interesados por el biodrama; para el que fue a la obra y le fascinó, es un excelente regalo. Pero principalmente es un objeto estético en sí mismo que nos posiciona. Su lectura no deja de ser una experiencia en la que uno mismo, también, sin banda, pone el cuerpo ante la profundidad epistemológica del arte y el drama de la muerte.

Lilian Sprovieri