Batallas culturales perdidas
Sección Letras - Revista Llegás
Letras

Batallas culturales perdidas

por Lucas Oliveira y María Elvira Steibel

26 de mayo de 2025

Empezó la feria del libro de 2025 y no puedo dejar de mencionarla. Básicamente porque, cuando empecé en el mundo de los libros, no había esta fascinación por la mediocridad que muestra y festeja. De hecho, había muchísimos grupos talentosos que tenían el orgullo de no asistir como feriantes a la feria pues les parecía no solo horrendo el mensaje que daban sino también ofrecían un negocio que era rentable solo para los millonarios dueños de los stands de la feria. O sea, la Rural.

Recordar que hacíamos una “contraferiadellibro” frente a la entrada de Sarmiento, ahí mismo, sobre la vereda, es un ejercicio impopular porque están “todos” agarrados al negocio (ajeno) de estar presentes en la feria del libro. No sé por qué les parece divertido llenarle los bolsillos a los millonarios de la Rural. 

Una vez me dieron una frase como toda explicación: “en la feria hay que estar. Por la cantidad de gente que pasa, viste, es algo para aprovechar. Se puede vender. Mucho.” 

Chicas, dicen eso desde 1991 y solo con una sola estrategia: que le paguen los 5 mil millones de dólares que sale un stand. Sí, se habla en dólares porque somos globales, porque nuestro presidente nos ganó hasta la batalla cultural de que la feria sea una bomba incendiaria que le prenda fuego la agenda.

En estas últimas oleadas de poner los puntos sobre la íes parece que a la Fundación el Libro la esquivaron: cuánto sale un stand en la feria es un secreto que nadie puede develar. Y quien se atreve a discutir profesionalmente el modelo de negocio de la Feria del libro termina como un paria escribiendo para blogs que no leen ni el los bots de Inteligencia Artificial; a nadie le interesa este tema.

La industria literaria carece de conciencia de clase. Y está bien, ¿no? Solo los ricos pueden pasarse horas y horas leyendo y escribiendo sin necesidad de conseguir el dinero para sobrevivir. Todos sabemos que a los ricos les resulta grasa hablar de plata. La literatura está destinada a ricos o hijos de ricos que pueden pensar y debatir sobre cómo viven los franceses y en qué tanto se parece a nuestra vida acá en Sarmiento y Bulnes. ¿No? La literatura que maneja los hilos de la industria no se expande más de Almagro y eso lo podés ver en las contratapas, no tenés ni que leer el interior de los libros siquiera. 

El problema, a mi modo de ver, no es que los chetos elitistas te digan que lo mejor es ir a Traslasierra a escribir tu legado durante dos meses entre agosto y octubre de cualquier año que coincida con tu signo del horóscopo chino sino la cantidad de pobres aspirantes a eso que se dejan seducir por la lúdica forma de romperle el culo a quienes escriben como pueden, muchas veces en condiciones precarias.

Todos los que tenemos un enano fascista en el corazón vemos la casa de paredes vidriadas que tiene un cretino en Merlo, San Luis, donde se sienta en su máquina de escribir, y fascinamos. Fascinamos con histeria… que ojalá pudiera ser yo, que cómo hago para ser yo, que quién me elije la casa, que cómo hago para mirar la lontananza mientras tipeo mi obra monumental que después una secretaria o secretario pasará a un archivo word y un corrector se encargará de pulir para que la editorial tenga un digno manuscrito. 

Esto no lo cuenta nadie: que todos quieren ser ese ñato que vive andá saber de qué y se la pasa leyendo, escribiendo, yendo a presentaciones, lecturas y talleres donde conoce de primera mano otras personas que considera de menor calidad humana pero con quienes intercambia así puede mejorar su obra boba, llena de maniqueas propuestas anodinas que no asustan ni fascinan ni a los niños.

Por supuesto que el vaciamiento de sentido que sufrió la literatura mainstream es la estrategia para vender más. No mejor: más. Y la realidad, por suerte, les explotó como bombita de agua en la cara. Inflaron tanto que se reventó.

¿Pero vamos o no vamos a la feria? Por supuesto que vamos, como todos los años. A robar, a ver cómo sufren los vendedores que tienen unos contratos de mierda por 24 mil horas de trabajo esclavo durante las cuales no pueden ni morfarse un sámbuche. Vamos a robar libros cuando no nos ven porque saben que vamos a robar ese 20 % del desgloce final donde dice que van a desaparecen sin explicación alguna. Vamos, claro, a pedir rebajas por esos libros que están aplastados, o arrugados, porque los guardaron en cualquier lugar. Vamos a preguntar miles de precios de libros que no vamos a comprar porque son números irrisorios para tu bolsilo, vamos a llevar a los niños a que conozcan las distintas formas de un libro, que nada entienden del negociado y la humillación a la que son sometidos los editores, porque para ellos sirve la feria. Para nuevos lectores, para lectores principiantes, para lectores que agradecen sin repreguntar. 

No es menor que cuando los niños se aburren el problema se lo adjudiquen a ellos en lugar de a las propuestas aburridas que les ofrecen unos mediocres que creen que manejar una base de datos de excel y tipear sin dequeísmos los hace autopercibirse genios de la comunicación y la escritura.

La feria sirve para esos adultos con niños interiores que gustan de ver colores e historias con final feliz.

Claro que vamos, para que nos vean la cara de frente, conozcan todas nuestras arrugas, cuenten nuestras canas y se avergüencen por la cantidad de maquillaje que tienen puesto justo (justo) el día que el aire acondicionado (ups) no funciona. Vamos a la feria porque la literatura la hacemos todos; los amigos pero también los enemigos. Y porque es un buen momento para saber de qué lado de la vereda te vas a parar el resto de tu vida. O de la mía.

LUCAS OLIVIERA

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UN HERBARIO de Liu Fuganti. Ensoñación Ediciones.

Cuando le propuse a Liu convertir en un libro las flores que había recolectado durante años, comenzó el proceso de ver cómo concretar una avalancha de ideas. planificación y logística que no siempre salen como lo esperabamos generan imprevistos y errores que modifican a su vez lo pensado y enriquecen...

Decidí imprimir sobre papel artesanal y aprender a hacerlo con Silvina, maestra papelera supergenerosa, que al seguir sus métodos todo salió de maravillas. El clima influyó en esto. Un papel hecho en el patio, con sonido de pajaros, fresco, muy fresco, de 65% algodón y 35% reciclado, con carga alcalina PH 8,4), agua muy fría y hacer una prensa. Incontables días de secado y prensado.

La impresion digital de las flores que casi peden tocarse y los textos con tipos de plomo, armados letra por letra, con tinta verde musgo, generan relieve en el papel hecho a mano y en los insertos amarillos. Elegir la tipografia, los blancos de la pagina, solo detalles de lo que implica editar un libro. Correcciones, algunos errores y volver a imprimir... días de muchos errores, seguir al día siguiente...

Meses de mucho trabajo para tener las partes, en este caso 22 diferentes y comenzar a encuadernar.

MARÍA ELVIRA STEIBEL

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UN HERBARIO

LIU FUGANTI / ensayo / @lucienlanube
LAURA NUÑEZ / prólogo / @laura.al.sur

56 páginas / Formato 17 x 22cm / Ejemplares numerados del 1 al 100 / Impreso con tipos de plomo, sobre papel artesanal de manufatura propia (65% algodón / 35% reciclado) / Encuadernación modular diseñada por María Steibel (editora y encuadernadora) en 2024. 

Pensada con criterios de conservación, reversible, permite encuadernar cuadernillos de un espesor considerable. / Cada módulo, una especie de escartivana modular, es reversible, intercambiable, autoportante, encastrable uno con otros y a la cubierta. 

La estructura esta formada por 3 vínculos muy similares con características diferentes que permiten

A pegar a una hoja suelta
B coser a un cuadernillo
C unir a la cubierta

LIU FUGANTI. Nació en Buenos Aires, en 1988. Reside en El Calafate. A través de sus viajes aprendió mucho de hierbas y sus usos en la medicina casera. En 2019 creó Andinas, una marca de cosmética natural, que trabaja con medicina de plantas locales. Este acercamiento al mundo botánico trajo una observación mas profunda del suelo que habita. Descubrió con mas detenimiento las flores que nos rodean en estas tierras. Comenzó a juntar, reconocer, secar y prensar flores, en cuadernos, hojas sueltas y armar herbarios rústicos con anotaciones.

ENSOÑACIÓN EDICIONES publica libros con una impresión propia y encuadernaciones que se destacan porque son creativas, originales y artesanales ofreciendo un amplio catálogo de autoras de la Patagonia.  

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