BIGOLATES EN EL ESPACIO (INTERIOR)
Sección Pasaje infancias  - Revista Llegás
Pasaje infancias

BIGOLATES EN EL ESPACIO (INTERIOR)

Encuentros, talleres de juego y recitales que, pantalla mediante, son un festival de la imaginación

20 de mayo de 2021

Un botón es la semilla que, plantada entre almohadones, crece hasta ser el árbol que permite llegar a la tierra de los dragones. El tubo de cartón del rollo de cocina es ahora una muñequera superpoderosa. La caja de un juguito se ha convertido en el teléfono intergaláctico por el que exploradoras y exploradores se comunican de planeta a planeta. En la Tierra alguien ha robado una importante fórmula científica que, en manos equivocadas, puede resultar un problemón. El equipo de detectives se pone en marcha para descubrir al responsable. De pantalla a pantalla, chicos y chicas de 4 a 11 años, adultos y adultas, juegan desde sus casas atravesando montones de mundos, pruebas y desafíos, también físicos. Al mando está un trío dinámico: Marce, Adri y Vero, las Bigolates de Chocote.  

Marcela Herrera es psicóloga, recibida en la Universidad de Buenos Aires, y hace salud haciendo jugar. Le gusta usar el ingenio y la creatividad para hacer reír. Adriana García es docente de sordos e hipoacúsicos, técnica en Tiempo libre y Recreación, es la clown que encanta haciendo reír. Verónica Belloni es actriz, recibida de la Escuela de Arte Dramático, e instructora de Yoga para adultos y niñes. Inventando pasitos que invitan a bailar, sensibiliza desde el movimiento. Las tres se conocieron trabajando juntas, coordinando talleres de juego y creatividad, junto a Patricio Famulari y Emma Abruzzesse con quienes en 2011 crearon la compañía teatral y musical con la que grabarían dos discos de estudio (Bigolates de Chocote, 2014; Me pone alegre, 2017) y 1 dvd (Hay una reunión, 2016), realizarían espectáculos de teatro y ganarían premios de la crítica, aplausos y amor del público de niños, niñas y familias.

Una década después, Bigolates es un trío de mujeres con formaciones distintas pero con una visión compartida sobre el arte para las infancias que reivindica el humor, el juego y la imaginación, también en tiempos de pandemia.

“Por la emergencia sanitaria y ante la imposibilidad de encontrarnos en los teatros como tradicionalmente, las funciones se convirtieron en videos. Pero no son recitales grabados sin nada más. Por supuesto que están nuestras canciones pero son parte de historias que contamos. Y la verdad es que nos divertimos mucho pensándolos, uniendo ideas para sumar todas las posibilidades del juego más allá de lo que primero se presentaba como una limitación que era el no encontrarnos en el teatro. Haber logrado que los chicos y las chicas interactúen nos hace sentir conectadas y felices”, dice Vero a propósito de Bigolates en casa y Bigolates en el espacio (interior), los shows que vía streaming ofrecen en espacios como la Casa del Bicentenario, festivales online y a modo de funciones privadas para Jardines y Escuelas. Una propuesta a la que los días sábados se suman las aventuras del Club de Exploradores y las misiones del Club de Detectives para niños y niñas de 4 a 7 años y chicos y chicas de 8 a 11 años, por la mañana y a la noche, respectivamente.

 

¿Qué elementos, propios de Bigolate y otros, contemplaron para armar los talleres de juego a través de la pantalla, para los niños más pequeños –que eran su público de alguna manera habitual- y para los más "grandes", a los que no se dirigían especialmente en escena?

Adri: - Nos basamos en los que son los pilares de Bigolates: el juego, la creatividad y la imaginación, más allá de las edades para las que pensamos cada taller. En todos los casos jugamos siempre con lo que tenemos a mano en casa y la propuesta es transformar cualquier elemento cotidiano en un instrumento para el juego.

Marce: - Tratamos de incluir en todo momento actividades que tengan mucho cuerpo, imaginación por supuesto, pero también intervención plática y, claro, música. Lo primero que hicimos fue dirigido a los más chicos, con los que nos sentíamos más cómodas; y en el andar fuimos descubriendo herramientas, posibilidades, formas de acercarnos incluso del oro lado de la pantalla: con títeres, imágenes, caracterizaciones. En ese camino nos encontramos con un grupo que estaba un poco a la deriva: los niños de 8, 9, 10, 11 años, a los que también la vida les había cambiado y que tampoco sabían bien qué hacer y cómo encontrarse con otros y otras a través de una pantalla. Así surgió la idea de crear casos de detectives. Hoy tenemos 7 propuestas distintas entre casos para resolver y salas de escape. La respuesta siempre es muy linda. ¡Les encanta jugar!

 

A un año del inicio de esta nueva etapa artística, ¿qué han observado que les llame especialmente la atención a favor y, por qué no: "en contra"?

Marce: - A favor, que la virtualidad nos permitió muchas cosas,  entre ellas llegar al interior del país, reunir abuelos y abuelas con nietas y nietos que están en distintas casas, incluso en diferentes provincias, unir familias, festejar a la distancia; estar presentes también en otros países como Chile y México. Eso está buenísimo. Igualmente, todo el tiempo es un armar y probar, armar y desarmar; sorprendernos también de lo bien que llega lo que queremos transmitir aunque no estemos en vivo. El año pasado fue de mucha incertidumbre pero también de mucha prueba. Probar y avanzar, crear y lanzar, intentar e intentar.... Por otra parte, claro, la virtualidad tampoco es para cualquiera. Muchos chicos, y adultos también, no se lo bancan, o no les copa, o se cansan antes. Y es lógico también que sea así.

 

¿Qué se mantiene vigente en el encuentro artístico con las infancias más allá de las pantallas? 

Adri: - Las ganas de jugar y la necesidad –la importancia- de la disponibilidad del cuerpo para hacerlo. Nosotras invitamos a partir del propio juego, creo que eso se contagia, se transmite. Después, sólo hay que encender el juego…

Marce: - El juego sigue siendo juego. Contar una historia, llamar a la imaginación y que los chicos y las chicas desde sus casas se sumen a esas aventuras imaginadas, sigue siendo muy mágico. Muy de conexión. Loas más “grandes” se suman a los desafíos con todo, le ponen todo, piensan, dan vuelta a las pistas, a cada información, se la juegan con todo el compromiso. Y eso es muy tangible a la distancia también.

Una década atrás hubo un tubito de cartón con porotos, un puñado de chapitas, un vasito de yogurt con arena y una botella con agua que fueron los protagonistas de una reunión, entusiasta y divertida, en el medio de una maceta. Corría el año 2011 y los Bigolates de chocote eran el grupo más nuevo de la escena artístico-lúdico-musical para los chicos y las chicas. Hoy, diez años, otra formación y una pandemia mediante, las Bigolates sigue creando con el talento, el amor y la certeza de aquella canción de su primer disco que decía:

 

“Vení sentate en el piso

como cuando era chiquito

Vení sentate en el piso

y ponete a jugar…”

Marisa Rojas Autor
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