Construcciones en ruinas, calles desdibujadas, sueños perdidos en el fondo del lago. La historia de Epecuén, el pueblo fantasma que supo deslumbrar como balneario de moda en una época y quedó sumergido completamente bajo el agua durante la trágica inundación de 1985, despierta aún curiosidad décadas después. Esa atracción, que hace que decenas de turistas acudan con sus cámaras cada fin de semana a visitar ese paraje misterioso y desolado, se transforma acá en inspiración para material teatral. Cae la noche y la tormenta acecha en el pueblo de Carhué, en el límite con Epecuén, en la provincia de Buenos Aires. Dos mujeres encargadas del crematorio del cementerio municipal se apuran a terminar las tareas de su jornada laboral. Mientras el
fuego refulge en el horno, una llamada aviva dolores del pasado y cambia los planes.
Con sólida formación y vasta experiencia, el autor y director Juan Mako propone una obra con cierto formato de teatro documental que, según explica, dialoga como un acercamiento a una catástrofe predecible y
evitable. A este abordaje histórico y político suma un intenso trabajo dramatúrgico que se nota en el resultado de la ficción final, con personajes bien trazados y un cuento bien contado.
El título hace referencia al sistema de lagunas encadenadas del oeste, del que forma parte el lago Epecuén. Pero puede aludir también a esas trabajadoras inmersas en una rutina asfixiante que protagonizan la obra, así como a las tragedias que conectan de manera indeleble el pasado y el presente, el agua arrasadora de 1985 y las gotas de lluvias que caen esa noche sobre el cementerio.
Dramaturgia y Dirección: Juan Mako. Actúan: Mónica Driollet, Cecile Caillón, Claudio Depirro y
Diego Torben. Abasto Social Club, Yatay 666; viernes a las 21.