Apertura de la nueva sala Moscú y reestreno en la calle Corrientes de El amor es un bien. Francisco Lumerman expande sus posibilidades artísticas en dos circuitos antagónicos y reflexiona sobre su propia práctica en un situación adversa.
Abrir un espacio teatral en este contexto podría ser leído como una tendencia a la pulsión de muerte (puede que el problema radique en que pensamos vida y muerte como pares opuestos). Francisco Lumerman y Lisandro Penelas (actores, docentes, directores ambos) reabren “Moscú teatro” en Velazco al 500 con la reposición de El amante de los caballos de Penelas. “Fundar un teatro no tiene ninguna justificación racional – admite Lumerman – es un esfuerzo desmedido y más en este contexto tan duro. También poner en valor los espacios que existen para generar ficción, esa misma ficción que nos salvó la cabeza a muchos durante el aislamiento. El teatro tiene que encontrar la manera de seguir aún en este contexto tan trágico porque es necesario para quienes lo hacemos y también para los espectadores.” Luego de que el propietario de la anterior sala aumentara el alquiler en un 100 % y que los 70 metros cuadrados fueran insuficientes para sus actividades, el dúo de creadores emprendió la busca de otro espacio. “Otra vez el deseo de continuar y defender el espacio fue nuestro motor, y de hecho la mudanza fue redoblar la apuesta, antes del Covid. Afortunadamente entre los pocos locales que existían encontramos este, que tiene una ventilación natural pre-existente que es lo que nos permite abrir es este contexto tan duro. La inauguración fue la semana pasada y fue muy liberador después de tener inutilizado el espacio 10 meses poder darle vida. Nuestra actividad está muy ligada al deseo, y el deseo muchas veces no es racional”
Protocolo y la guerra de los teatros.
Hace unos meses distintos dueños de sala estaban en franca guerra civil defendiendo posiciones “aperturistas” o “no-aperturistas” con argumentos que iban del más extremo Logos sanitarista a la paranoia del coup d´Etat (Nota Revista Llegás: (https://www.revistallegas.com.ar/seccion/teatro/nota/17/teatro-de-necesidad-y-urgencia). Finalmente todo quedó en un no man´s land y las salas hacen lo que pueden y no falta mucho para que las fronteras protocolares se empiecen a correr. Si bien ni Lumerman ni Penelas estaban en las primeras filas del debate, reabrir una sala deja muy clara su posición.
Durante los últimos meses, se generó un cisma entre dueños de salas: algunos querían abrir y otros mantener cerrado. ¿Qué pensás de esa disputa? ¿Tomaste alguna posición?
-Bueno es una situación bien compleja la que estamos atravesando los espacios de teatro independiente. Nosotros claramente tomamos partido por abrir, porque tenemos las condiciones sanitarias para hacerlo, porque no nos implicaba una reforma edilicia la ventilación y porque este proceso de poder inaugurar para nosotros era un gesto importante después de todo lo que habíamos invertido y no me refiero solo al dinero. Creo que cada sala tiene situaciones muy diferentes, de hecho nosotros en el Moscú Teatro anterior por más que hubiéramos querido no hubiéramos podido abrir porque sería inviable el 30% de aforo con una platea de 35 personas. Por otro lado la visibilización del sector que produce la apertura es mucho más poderosa abriendo que manteniéndose cerrado. Lo que a mí me generó incomodidad dentro del sector son aquellos que empezaron a emitir juicios sobre las salas que sí queríamos abrir y al mismo tiempo siento que las dos posiciones (tanto abrir como seguir cerrados) son compatibles con seguir visibilizando las necesidades del sector que es lo que todos deberíamos enfocarnos. De hecho, en esta inauguración en todas las notas que fueron muchas, recalcamos la importancia de que nos sigan apoyando desde el Estado (tanto Ciudad como Nación) ya que la apertura es a pérdida económica y somos absolutamente conscientes que este año será tan duro o más que el año trágico que pasó. A mí me sorprendió las pocas acciones de difusión que hubo desde el sector para apoyar a quienes encaramos las aperturas, creo que si todos funcionáramos en apoyarnos en nuestras decisiones el sector se volvería más fuerte, que escindirse en estas posturas”.
Los circuitos que se bifurcan
Pocas obras del circuito “independiente” logran sostenerse en el tiempo. Lo intrínsecamente efímero del teatro se traslada a su permanencia en cartel. Un par de meses, un par de funciones donde amigos, conocidos y amantes son obligados a jurar presencia física en la platea. Y ya. Sin embargo algunas veces, por un milagro secreto, los espectadores se multiplican como los panes y los peces cristianos y las obras alcanzan la Trascendencia (un buen ejemplo de esto es Mi hijo camina solo un poco más lento: desde su nacimiento fue un éxito indiscutido). Similar es el caso de El amor es un bien de Lumerman (versión de Tío Vania de Chejov), su prolijidad y permanencia posibilitó el salto al Metropolitan sure, en el ciclo Verano off en el Met. El pasaje de un circuito teatral a otro obliga a la reflexión, ya que uno de los campos reclama su origen como “ofensiva” estético-política del otro. Quizás la discusión sea vetusta y estéril, pero Lumerman que ya ha transitado estos devenires mayoritarios (como actor en Un rato con él, junto a Julio Chaves y a Adrián Suar) reflexiona sobre las posibilidades que ofrece este tipo de espacio.
-“Yo creo que en todos los circuitos conviven diversas búsquedas, me parece ingenuo pensar que solo el alternativo es un espacio de resistencia, porque me ha pasado de ver espectáculos absolutamente superficiales en el independiente y también conmoverme o incomodarme, en el teatro comercial.
En lo personal mi deseo está en la búsqueda de desarrollar lenguaje, experimentar y encontrar un teatro que obligue al espectador a estar activo y que ojalá salga modificado o conmovido cuando terminan mis espectáculos. No me interesa hacer un teatro que no me obligue a cuestionarme.
La frontera entre circuitos en estos años se ha ido borroneando, y eso me parece saludable y por otro lado peligroso. El teatro independiente sufrió de convertirse en “mercancía” de festivales internacionales y eso terminó construyendo modelos.
Tanto en el caso de Imprenteros de Lorena Vega como Petróleo de Piel de Lava percibo que son obras que no partieron de ningún tipo de especulación, sino que son consecuencia del largo recorrido de sus creadoras y que alegremente encontraron eco en un público más amplio. Tampoco creo que en el caso de estos dos espectáculos o de El amor es un bien el desembarco en el Metropolitan signifique algo más que la posibilidad de seguir probando los materiales en distintos contextos y continuar creciendo a partir de estas experiencias”.
Abrir salas en una Pandemia mundial y estrenar pequeñas obras en el circuito comercial. La vocación de Francisco Lumerman parece trascender lo meramente artístico y se presenta como una fuerza ciega (o irracional como él la define) destinada a extender los espacios de expresión en un mundo tristemente aséptico.
Festival Lazos
Surge en el aislamiento como la posibilidad de unir vínculos en el exterior que tenemos desde Moscú. La idea es difundir dramaturgias de otras latitudes que trabajen en el circuito alternativo en sus países. Este año son Carla Valdivia Rosello (Perú), Juan Ignacio Fernández (Argentina), Julia Haenni (Suiza) y Angela Palacios (España). También hay un país invitado que este año es Croacia con Ivor Martinic. Y con la idea de generar también una interacción dinámica con Buenos Aires lo que hicimos fue convocar a directoras que nos dieran ganas de que sumaran a trabajar al espacio, imaginando que textos podían resonar con las poéticas de cada una. Así convocamos a: Cecilia Meijide, Julieta Abriola, Nayla Pose, Valeria Correa y Alfredo Stafolani. O sea es afianzar Lazos hacia afuera y también internamente. Creo que nace de la necesidad de armar tejidos, red, algo tan importante en este momento. Y de jugar con habilitar cruces poéticos que quizás sean gérmenes de nuevas puestas.
El amante de los caballos.
De Lisandro Penelas
Actúan: Ana Scannapieco
Dirección: Lisandro Penelas
El amor es un bien.
De Francisco Lumerman
Actúan: Manuela Amosa, Jose Escobar, Jorge Fernández Román, Ignacio Gracia, Julieta Timossi
Dirección: Francisco Lumerman