UNA PIÑA EN LA JETA
2020 fue una amoladora. A su paso no hubo quién no viera, en mayor o menor medida, su vida afectada. Pasada la formalidad del número, hoy seguimos bajo el peso de su rebote, aún activo y dinámico, con una realidad que se transforma y sigue exigiéndonos adaptación y cintura para sortear la aspereza del contexto que nos envuelve.
Y… ¿hacia adentro, cómo afectó la subjetividad de cada unx el 2020?, ¿cuánto de la idea que se tenía de sí, de esa identidad formada a lo largo de la vida con definiciones y autopercepciones quedó también cuestionada e incluida en la volteada?
Llegás interiores vuelve para conversar y meterse, sutilmente y la distancia, en ese pequeño acto de repensar del proceso interior que también tuvo su curso. Las reflexiones llegan acompañadas de imágenes caseras, deliberadamente no profesionales y representativas de la experiencia de cada unx, para espiar por la mirilla cómo pudo haber operado 2020 dentro de las casas.
Para arrancar, una invitada de lujo: Monina Bonelli, actriz, productora y gestora teatral. Bienvenidos a su interior por un ratito.
- Intentando sintetizar, ¿cómo te pegó el 2020?
Como una piña en la jeta, shock, atontamiento, dolor, sobreadaptación, hasta que los rasgos van volviendo a su lugar... Estábamos haciendo fotos para la cartelería de Siglo de Oro Trans en el Teatro Regio cuando nos dijeron, se suspenden los ensayos… “Nos vamos unos días a la costa” dijimos con Ariel Pérez De María, mi pareja, también actor de la obra. Dos idiotas, ahora pienso. Jamás imaginábamos lo que se venía. Una vez adentro, me agarró una contrafobia total: hacer, hacer, hablar con unx y con otrx, tratar de entender, una idea nueva por día…. Después caí y de ahí en más subibaja… pero pude seguir haciendo , eso me salvó, las finanzas y el alma
- ¿Qué cosas buenas -si alguna- le encontraste?
Hacer terapia online, lo impensado funcionó. Y la transformación de la actividad laboral a plataformas online, cosa que me estresó un poco pero me sirvió también. De algún modo, no tenía pérdidas de tiempo en viajes y desgastes.
- ¿Tuviste cambio de hábitos, cuáles?
Lamentablemente, el ocio y el placer pasó mucho por la comida. Yendo de la cama al living, haciendo zoom en pantuflas y, cuando se abrieron los comercios, atacando el take-away me estalló en el cuerpo. No pude ser del grupo de los que hicieron yoga online. Puro derrape.
En cuanto se pudo circular un poco, empezamos a vivir en dos casas con Ariel, íbamos y veníamos. Al menos el cambio de paisaje nos aliviaba. Desde el principio y por mucho tiempo hice la misma burbuja. Ariel, mi vecina Mari del 3ro A (yo del B) y Sol Salinas, mi comadre, vecina y colega de Bombón. Lo demas online. Me costó mucho llegar a ver a mi vieja que hizo cuarentena durísima, recién el día de la madre.
- Si conservaste tu trabajo, más allá de si lo hiciste o no desde tu casa, cambió tu tarea específica?
Con relación a mi trabajo de gestión no cambió. Se transformó online. En el Centro Cultural 25 de Mayo pausé la programación de obras obviamente, porque estaba cerrado. Así que profundicé mi trabajo en Arte y comunidades, con adultxs mayores primero y luego niñxs y familias. Lo que ocurrió allí es que parte del equipo del 25 se transformó en el hacedor de esta tarea. Ellos sí cambiaron tareas específicas por otras nuevas que íbamos inventando. Nos empoderamos ahí. Las Meriendas Vecinales online con Analia Thiele, Silvia Sanchez, Elena Acuña, Chris Ríos, Christian Thomsenhall, Mirta Alvarez, Pablo Satur, Leonardo Campastro, Alejandro Nuin, Agustin Demicheli; y el Bingo Chou con Juan Anun, Nacho Bozzolo, Luciano Ledesma, Gisela Cantero, Luciana De Pinto y colaboradoras como Aldana Illán y Paola Traczuk, entre otrxs nos mantuvieron unidos, nos dieron sentido y tuvieron un impacto real con la gente. Hay un mito sobre el empleado público que no le importa nada… que los hay los hay… pero también hay quienes realmente aman la cultura y la defienden, incluso desde sus casas y con los chicos a upa en el zoom. ¡Estoy agradecida por esto!
Con relación a Teatro Bombón, producto de ese frenesí pandémico inicial, hicimos con Cristian Scotton y Sol, Bombón Digital. No teníamos un mango pero sí la confianza de Nicolás Capeluto, Sergio Calvo, Romina Giselle Asat, Eugenia Souto, Cecilia Venturutti, y Zoilo Garcés que se subieron al barco “hasta que se cobre el subsidio” . Trabajamos muchísimo y aprendimos todo lo que no hay que hacer. De repente estábamos en el mundo del marketing digital con lógicas de comunicación pre-pandémicas. Con ese barco en el medio del mar, pegamos volantazos gracias al asesoramiento de Javier Ibacache y, si bien fuimos aprehendiendo herramientas, nos agarró un poco agotados. De Bombón y de la pandemia.
Con relación a actuar, nada. Fue todo más por dentro. No me dió saltar a la jungla del vivo de ig. Yo ya había actuado por skype en un proyecto internacional llamado Long Distance Affair en 2013. Con lo cual, no me resultaba novedoso a priori. Estuve más en la cabeza, imaginando y armando cosas a futuro, algunas híbridas también.
- ¿Vivías económicamente de actuar, dirigir, dar clases y/o derivados de la actividad?
Vivo de la curaduría, de la gestión y de actuar.
- ¿Qué pensás de las salidas que adoptaron la comunidad y las instituciones, al no poder realizar teatro presencial? (Modos híbridos, Concurso Nuestro Teatro del TNA, Transmisiones online, Teatro por Zoom, Whatsapp, Convocatoria multiformato FIBA, etc).
Lo celebro. Es el modo de resistencia y a la vez la apertura forzosa a nuevos modos de teatralidad. Y a nuevas formas de recepción. Seguimos en pandemia y aún no atinamos a caracterizar ese público online. Alternativa da algunos indicios pero aún falta camino por recorrer. A nivel cuantitativo, podemos saber un número de views. Pero ¿cuánto se quedó la gente mirando?, ¿las creaciones digitales están en sintonía con la lógica de las pantallas?, ¿cuál es la capacidad de atención de nuestros espectadores? y siguen las preguntas….
En cuanto a las instituciones, diría que reaccionaron en salir a bancar nuevos formatos. Algunas con mejores condiciones de producción, otras peores. Con algunos productos muy disfrutables y otros atados a lógicas de teatro presencial que no resisten. Nadie estaba preparado ni técnica ni artísticamente. Pero dado que la hibridación llegó para quedarse, es necesario que las instituciones se equipen y den espacio y tiempo a los artistas para probar. Si no, no aprendimos nada.
- ¿Cuál es tu opinión del teatro como actividad esencial?
Entre la alimentación y el teatro, la alimentación. Entre la salud y el teatro, la salud. Pero ¿qué construye al ser humano?, ¿la comida y no estar enfermo? Bueno…. eso de base, la lucha es histórica y no vamos ganando. No obstante, el teatro, el arte abstracto, las fiestas populares, las milongas y todo lo que forma la cultura es esencial para no embrutecernos, para saber quiénes somos y seguir dando esa lucha hasta el final.
- ¿Qué significa para vos la esencialidad?
Aquello sin lo cual, todo se deforma, se desdibuja y se pierde.
- En términos de cosas a las que le atribuís importancia, ¿la escala se mantuvo igual que en la pre-pandemia, o se alteró? ¿Cómo describirías ese proceso?
Creo que los afectos se intensificaron y se volvieron refugio más que nunca. Hablando de esencialidad, me fue muy claro las voces y los cuerpos de los que no podía prescindir. A la par, el silencio y la soledad me resultaron más gozosos que antes, buscando la dosis justa. Y también, por fuerza de la contradicción, empecé a extrañar el encuentro casual, lo nuevo y la sorpresa: la gente, aunque suene general. Observar a las personas en la calle, escuchar a los que me fascinan y a los que me repelen es parte de mi trabajo y un gusto personal, si se quiere. Quizás ahora esté equilibrando esa balanza.
- ¿Qué esperás de este 2021, con qué cosas nuevas te quedás de lo que llegó en pandemia?
Espero poder retomar algunos proyectos que quedaron en suspenso. Algunos de carácter internacional, lo cual es bien difícil. La pandemia nos puso a todos a proteger lo de adentro, por lógica. Y si bien, lo virtual da la impresión de estar “más conectados” a veces puede ser un mar revuelto.
Me quedo con la fortaleza que da la resiliencia, con los lazos que pude estrechar con compañerxs de trabajo hasta hacernos amigxs, con esas lealtades que se arman cuando haces mucho con poco. Siento que se nos cayeron caretas, las pseudo jerarquías, porque en definitiva estábamos cada unx en su casa, frente a su computadora en un mundo cada vez más hostil y remándola, juntxs.
- ¿Alguna reflexión que quieras agregar?
El teatro, de donde vengo y donde quiero estar, presupone el encuentro. Soy ferviente promotora de lo virtual y de todo lo que eso traiga. Pero atenti, los cuerpos no son imágenes, ni pixeles, ni espejos. Necesitamos respirar juntos, necesitamos espacios físicos, tiempo, dinero y un público que se sienta seguro. La cultura es el conjunto de manifestaciones de identidad de una sociedad pero también un trabajo. Que nos de placer no lo hace menos arduo.