Ocio auténtico - Lucrecia Pinto
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro - Lado B

Ocio auténtico - Lucrecia Pinto

15 de julio de 2021

Hoy invitamos a hablar de su ocio a Lucrecia Pinto, Cantante, productora y astróloga. Creadora junto a Darío Sztajnszrajber de los espectáculos de filosofía + música "Desencajadxs" y "Salir de la caverna". Este año editará su primer disco como compositora con su agrupación "La Banda de Vaca Profana" con la que en sus conciertos promueven la poesía femenina emergente . Además ofrece talleres de #SONAR (la poesía y la música en nuestra voz).

No me resulta sencillo rastrear el tiempo de ocio en el mapa de mis días. Obviamente primero descarto todos los momentos de gesto productivo, de ansiedad zombie que busca que todo lo que haga sirva para algo. Escucho claramente el tic y tac de la maquinaria funcionando hace siglos en nuestros cuerpos. Es un gesto programado, autómata: desconoce sus motivos porque trabaja para algo más grande.

Y el cuerpo artista, aunque no parezca, tampoco zafa. Es atravesado por la incesante “actividad” de la creación: una industria plasmadora de imágenes poéticas y emociones desbordantes que no detiene la elaboración de metáforas, escenas, melodías: todo es potencial gesto artístico. Todo momento se vuelve materia prima para crear. De este modo, ¿dónde cabe el ocio?

Tengo algunas ideas pero habrá que comprobar si son genuinas. Me dirijo al patio y le pido a mis plantas me otorguen ese tan preciado momento de pausa, reposo y flotación estéril.

Me tomo un rato para revolver la materia orgánica en el recipiente debajo del alero. Muevo la pala disfrutando de la densidad de la tierra pero el pensamiento se hace lombriz abriéndose paso entre el oscuro barro putrefacto. Y ordena letras y empieza a componer palabras con mucho ritmo. “A la cáscara del huevo le brotó moho/ el compost la degrada / la intoxica con los huestes de la muerte/ la ahoga con las bacterias que transfiguran las formas./ Ella se deja, sin culpa ni vergüenza /todo el permiso a las fuerzas del tiempo.” Va a parar a la libreta borrador, allí esbozo algo que puede ser representado, cantado o intervenido con dibujos.

Más tarde saco yuyos entre las macetas, agrego compost, aterriza un benteveo gordito y aletea adentro mío la imagen de una mujer pájaro que descubre en su plumaje su nombre y su herida. Viene de las lecturas en voz alta de una novela que me tiene los pelos de punta. Mi pájara canta a coro con otras que cedieron su vuelo para ser cobijo, y con las de más allá que entonan un canto melancólico de cielos. La presencia del benteveo invoca a “Las malas” de Camila Sosa Villada y a otras cuerpas que habitan la existencia en intemperies crudas y árboles solitarios.

Estaba por dibujar las plumas, la herida y el canto, cuando de pronto el colibrí vecino llegó por su cita: el romance inquebrantable con la salvia del cantero. Verlo con todo su prodigio físico inclinarse sobre el violeta de la flor era la metáfora que buscaba: cada momento de la realidad tiene su néctar creativo. Esa bebida con la que el pajarillo embriagado se deleita es como la belleza que extraemos de la vida cotidiana. De ella obtenemos las formas que narran lo inmenso. No importa la trascendencia, el volumen, ni el prestigio: es la irresistible experiencia estética, lo más parecido a enamorarse.

Entonces el ocio que estoy rastreando en mi patio no es la tal “pausa productiva”. No pude detener mi espíritu cazador de perlas. Es mucha la necesidad de dar forma a esos espasmos que provoca el misterio de la lombriz con sus ojos de noche, las aves en su vuelo y la salvia reservando su manjar para la entrada del amor.    

De pronto el timbre me devuelve a la atención ordinaria. Atiendo. Una visita inesperada me transfigura la cara, me mueve hacia el abrazo y la escucha. Cesa el run run que registra y registra, palpita, se estremece y retuerce. Aquí está ella con su viento de ciclista urbana, sus ganas de mate, sus cuentos de la infancia, los diálogos entre hermanxs y sus teorías analíticas.

¡Eureka! La escucha con pasión y verdadero interés interrumpe la inquietud creativa, la búsqueda de belleza. Todo el cuerpo se calma y el gesto es receptivo. Pues aquí estabas: mi ocio auténtico, el tiempo compartido.  

 

Lucrecia Pinto

Cantante, productora y astróloga

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