Descanso del guerrero - Gerardo Chendo
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro - Lado B

Descanso del guerrero - Gerardo Chendo

28 de julio de 2021

Invitamos a Gerardo Chendo para que nos cuente de que van sus momentos de ocio o como ocupa su tiempo libre. Vida espiritual, militancia por el veganismo y amor para su entorno.

En estos momentos, acaba de terminar su participación en la película "Ecos de un crimen", un thriller de terror, dirigido por Cristian Bernard, continúa dando distintos talleres y seminarios de teatro y entrena clown como alumno.

 

Me cuesta el ocio.  Pero antes, ¿qué es eso? 

1 “Tiempo libre o descanso de las ocupaciones habituales.”

2 “Actividad a la que se dedican como distracción los momentos de tiempo libre.”

Casi contradictorias.

Sin dudas, me identifico con la segunda definición.

Aunque, en realidad, la propuesta de “Llegás” no es en referencia al ocio.  Sino ¿a qué dedicás el tiempo libre? Uf. Bueno.

Creo que, quienes tenemos la inmensa bendición de poder procurarnos el sustento con la profesión que elegimos; con el paso de los años, hemos descubierto que es un arma de doble filo.  Al menos en lo referente a separar el “tiempo libre” del “tiempo ocupado”.

Porque, como lo que hacemos lo elegimos y nos gusta, nos toma.  Y, esa posesión no sabe de relojes o almanaques.

Por lo cual, muchas veces, las lecturas que elijo; las películas o series que veo; los paseos… en fin, muchas de las actividades que realizo tienen que ver, consciente o inconscientemente, con el o los asuntos artísticos que me tengan tomado.   O están teñidas o invadidas por eso.

Además, por neurosis y mandatos combinados, no suelo permitirme desaparecer del Mundo, en modo improductivo, sin más ni más.  Eso solo puedo hacerlo algunos días al año; cuando mi estructura psíquica considera que corresponde y merezco un relajo.

Este descanso del guerrero, que le llaman, suele sucederme de vacaciones, enraizando, con amigos y familia.

Los primeros días de arribado al campo o el mar, suelo desmayarme ipso facto por ahí, sobre sillones, reposeras, arena, yuyos, camas, catres o hamacas paraguayas, como jamás me lo permito durante el año, en la ciudad.

Cuando viajo por trabajo, descanso sin culpa. Lejos de mis obligaciones citadinas, cambiantes pero cotidianas, me encanta conocer, degustar y deambular en las ciudades que me toca visitar obligado.

En estos casos, mi “enano empujador mental” está tranquilo de saber que estamos en un viaje de trabajo que incluye pavear.

Ahora, cuando no estoy trabajando - entendiendo esto por estar realizando alguna actividad que redunde en ganancia económica - lo que suelo hacer es muy variado.

O no tanto. A ver. Visito a mi mamá.  La llevo a pasear.  Canto con ella.  Me ocupo de procurarle bienestar.  Intento devolverle algo del amor infinito con que me crió.   Procuro vincularme con su alma; de corazón a corazón, mucho más allá de su cabecita averiada por la demencia senil.  Y soy feliz al hacerlo; aun cuando me pone triste.  A veces, incluso, muy triste.

Me reúno con amigos.  La gran mayoría colegas, artistas.  Con ellos solemos hablar de giladas importantes y ordenamos el Mundo, de punta a punta.

Hago deportes: gimnasia, bici, running (o como se diga), fútbol.  Esto último, con los citados, mis amigos.

Intento dormir siestas largas, que suelen durar 15 o 20 minutos; pero, lo mismo, me resultan reparadoras.

Hago las compras hogareñas; algo que me encanta.

Eventualmente cocino o, de algún modo, procuro la cena o almuerzo.

Voy mucho a bares - todos los días, incluso, más de una vez - donde leo el diario impreso de atrás para adelante, comenzando por el sudoku.          

Oficio de papá y de esposo.   Podría detenerme mucho aquí, pero se debe parecer a lo de la mayoría.

Difundo veganismo y procuro mostrarme creativo, bello y ocurrente en las fucking redes sociales.  Sobre todo en Instagram.  (Aunque, en verdad, esto lo considero parte de mi trabajo, al mismo tiempo que un mal necesario para con el que tengo mucha fiaca y contradicciones).

Y, por último, o antes de lo descripto, o, mejor dicho, durante, tengo una práctica espiritual específica, que me reservo.  Con esa guía, intento vivir una vida de espiritualidad concreta.  Que, para mí, es ser amoroso, amable y servicial con nuestros entornos, con nuestros semejantes, en cada asunto.

Ojalá, cada tanto, lo logre.

Porque creo que ese es el sentido de la vida, la evolución individual y colectiva desde y hacia el amor.  Aunque varíen nuestros escenarios y ocupaciones. El resto es confitura.

 

Gerardo Chendo

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