El hombre deja reposar los cereales en la leche para que pierdan “crocancia”. “Crocancia”: una palabra inventada, que cruje. Algo duro que se ablanda. Detrás de la coraza de acero de ese hombre, detrás del traje de superhéroe, hay un padre desarmado que quiere profundizar el vínculo con su hijo Neo. Un padre obsesionado con lograr que el chico lo mire a los ojos.
Esta obra, escrita con inteligencia y sensibilidad por Juan Francisco Dasso y ganadora del XII Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia, se centra en la relación de un papá con su hijo adolescente con autismo. El despertar sexual del joven lleva a un “incidente” que los tiene a todos desconcertados. Asoma otra oportunidad de empatía.
Con una interpretación brillante y conmovedora, Marcos Montes lleva adelante este monólogo que se ubica en el punto de vista del padre. Un monólogo que es también una confesión, un pedido de ayuda, un ruego. El actor viste todas las capas del personaje: va del escudo de la racionalidad a la anécdota y el baile en el relato de su derrotero frustrado de conexión filial.
La comunicación está en primer plano desde el principio. Se ve en explicaciones teóricas, en las palabras raras que usa el protagonista, en la etimología que le gusta desmenuzar. El monólogo tiene un interlocutor bloqueado que es Dionel, el amigo del hijo. Las palabras salen tensadas por el silencio de ese chico y la ausencia de Neo, a quien conocemos por un dibujo de Dionel.
Sin solemnidades ni demagogia, sino con ingenio y poesía, la obra se lanza de manera honesta a un tema poco transitado.
El hombre de acero
Dramaturgia y Dirección: Juan Francisco Dasso
Interpretación: Marcos Montes
Espacio Callejón - Humahuaca 3759
Domingos a las 19 - Desde $1000