Camila O’Gorman fue hija de un hombre poderoso –Adolfo O’Gorman– y perteneció a la clase alta argentina, pero también fue una rebelde y una hereje. A los 20 años se enamoró de Uladislao Gutiérrez, cura de Santa María del Buen Ayre, y decidió huir con él a Goya para comenzar una nueva vida. El poder de la época no fue piadoso con los “pecadores”: eran tiempos violentos de cadáveres arrojados en las calles y cabezas clavadas en picas a modo de advertencia. Camila era amiga de Manuelita Rosas –hija de Don Juan Manuel– pero ni siquiera esos contactos pudieron salvarla del cruel destino de prisión y fusilamiento.

La conjunción de aciertos distingue la propuesta de Ay Camila!: un texto de Cristina Escofet (quien ya realizó exploraciones similares con otros personajes históricos como Eva Perón, Frida Kahlo o Encarnación Ezcurra), la potente actuación de Carla Haffar y la dirección precisa de Pablo Razuk. Aquí queda claro todo lo que puede hacer una actriz con su cuerpo bajo la luz , una silla y un chal. Esos son los elementos de una puesta sutil y contundente. La biografía de Camila podría ser el guión de una telenovela trágica con todos los condimentos de un amor clandestino, pero su derrotero personal y privado se enmarca en la Historia –con mayúscula– que signó los orígenes de esta nación. María Luisa Bemberg abordó el personaje en su película de 1984 nominada a los Oscar al año siguiente y Enrique Molina publicó una novela sobre sus desventuras en 1998.

Hay varios elementos destacables –el ritmo, los climas, el trabajo espacial y sonoro– pero en un unipersonal el desempeño del intérprete es decisivo. Lo que hace Haffar parece fácil (ella hace que parezca sencillo) pero no lo es. En el escenario vemos una versión posible de Camila –no sabemos cómo fue la verdadera pero la magia del teatro habilita esa invención– que transita por estados muy diversos: del romance, la fiesta y las mariposas en el estómago cuando ve a Uladislao por primera vez a la tristeza de saber que no hay escape o la ira profunda contra el poder que la juzga y la condena como si fuese una bruja durante la Inquisición. Esa enterradora rodeada de muerte vuelve de su limbo para contar una verdad que resignifica la fuerza de aquellas mujeres que tuvieron el coraje de ser lo que querían ser.

Por Laura Gómez

Viernes 20:00hs en Teatro El Extranjero

Actuación: Carla Haffar

Dramaturgia: Cristina Escofet

Dirección: Pablo Razuk