Una obra de teatro pequeña en una sala pequeña. Una carta de amor y elogio a la amistad, a los amigos, a una amiga. Un dispositivo de contención. Un pacto y una trampa. Una traición.
Después de No hay banda, Martín Flores Cárdenas vuelve a captar el interés con otra pieza muy particular que rompe algunas convenciones con su entusiasmo por explorar y un impulso cercano al biodrama. Hay una actriz y hay reglas. Hay actuación y también lectura. Hay un acontecimiento pasado que se vuelve presente en la representación.
A la manera del Me acuerdo de Joe Brainard, que después adopta Georges Perec, el texto se entrega al ejercicio de repetir una frase disparadora que activa el engranaje de la memoria. “Tengo un amigo que…”, dicen las páginas y regalan imágenes encantadoras en general, difíciles a veces. Una maratón de definiciones y secretos confesados con un final mágico y onírico.
Un amigo puede ser un valle o un papelito suelto al viento. La obra funciona también como un autorretrato por el reflejo espejado que devuelven los seres queridos. La amistad, un tema no demasiado transitado, se presenta con una potencia irresistible: la fuerza de gravedad que atrae hacia a ese centro que nos une y sostiene.
Paula Boente
Dramaturgia y Dirección: Martín Flores Cárdenas Interpretación: Laura López Moyano Casa Teatro Estudio, Guardia Vieja 4257; sábados a las 18 y a las 20,30; desde $2000