Una tragedia sin héroes
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Teatro - Reseñas

Una tragedia sin héroes

¿Cómo es la cotidianidad de un sobreviviente? De los héroes que no aterrizan... de Pilar Ruiz atraviesa las representaciones convencionales sobre el conflicto “Malvinas” y se acerca a esas zonas íntimas que la guerra ha perturbado para siempre.

16 de mayo de 2023

Un muerto viviente, un fantasma, un soldado caído, una víctima, un héroe. Julio fue a la guerra, sobrevivió y ahora vuelve. Sin embargo, lo que regresa al continente es apenas una sombra del chico que se fue. La guerra es la de Malvinas y cuando llega de visita Cecilia, su novia, él le aclara que no tiene ganas de ver a nadie, tampoco quiere escuchar música ni ensayar con la banda de amigos. Julio, de algún modo, sigue oculto en su trinchera. La obra escrita y dirigida por Pilar Ruiz es original porque propone un nuevo punto de vista de la historia ya narrada, un enfoque que se diferencia de los relatos oficiales propios de un período en el que se intentó ocultar los hechos y sus personajes debajo de la alfombra. El triunfalismo es colectivo; la derrota, en cambio, debe ser privada, íntima, solitaria. 

“Cada uno hace lo que puede con el dolor”, dice Julio, y De los héroes que no aterrizan en las islas de los cuentos (obra ganadora del premio “Malvinas Memoria” del Instituto Nacional del Teatro y del premio Florencio, en Montevideo-Uruguay, en la terna Escena Iberoamericana) echa luz sobre los que se fueron pero también sobre los que se quedaron. Cecilia asegura que todos perdieron. Una tragedia sin héroes, una derrota y múltiples víctimas. Ella, los padres de Julio y sus amigos pensaron que estaba muerto; a él le da rabia que lo hayan creído tan rápido. El encuentro entre los protagonistas tiene ternura y también crueldad porque ya no son los mismos, se saben otros, sospechan que sus versiones anteriores quedaron perdidas en alguna parte. Juan Tupac Soler y Sharon Luscher construyen ese vínculo complejo con solidez y logran momentos de una intimidad extrañada: son los mismos jóvenes que se amaban locamente y hacían música con sus amigos, pero también son estas nuevas personas que maduraron de repente y tuvieron que hacerse cargo de un destino que otros decidieron. Algo de Julio quedó en la isla, una experiencia imposible de traducir; Cecilia habla ahora otro lenguaje y, ante el dolor, intenta seguir adelante. 

“¿Qué elegirías? ¿Qué vuelva o que no vuelva? ¿Vivo o muerto? ¿Qué te hubiera gustado más?”. La pregunta aparece en ese cuarto de asepsia impoluta como un cuchillo afilado y la relación de los cuerpos con ese espacio es otro de los grandes aciertos en esta propuesta. La escenografía repleta de objetos blancos exhibe el tiempo detenido y también las heridas abiertas del protagonista que, ante la mano intrusa, grita: “¡No toques!”. Algo estalló con la Guerra de Malvinas y ahora estos chicos intentan juntar los pedazos, recuperar las esquirlas para ordenar ese rompecabezas. El texto señala los discursos imperantes en esa época en torno a la figura del héroe para discutirla: “una plaza que festeja y legitima lo inexplicable”. Cecilia le ruega a Julio que deje la guerra “allá”, pero ¿cómo dejar atrás la experiencia de la muerte? El filósofo Theodor Adorno dijo alguna vez que escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie. Nada queda después de los horrores de la historia. 

La estructura propuesta por Joseph Campbell en El viaje del héroe enumera una serie de etapas como la estadía en el mundo ordinario, la llamada a la aventura, el rechazo de la llamada, el cruce del umbral –el ingreso al tiempo mítico con “payasos vestidos de verde, botas locas y cascos”– o la gran prueba. Esa estructura le sirve a Ruiz para establecer el periplo en su propia dramaturgia, pero el héroe elige la aventura como búsqueda en su vida nueva y Julio señala un error fundamental: ninguno de estos héroes eligió nada. La obra de Ruiz no elude las complejidades de ese período y a partir del reencuentro de estos personajes problematiza las tensiones entre quienes se quedaron e intentaron rearmar sus vidas con esas ausencias y quienes vuelven “de la tierra de la que no se vuelve” a una vida nueva, heridos, sin poder aceptar esa decisión de seguir a pesar de todo. Una mirada lúcida que se vale de recursos interesantes y buenas interpretaciones para repensar heridas que siguen abiertas. 

Por Laura Gómez 

 

Dramaturgia y dirección: Pilar Ruiz 

Intérpretes: Juan Tupac Soler y Sharon Luscher 

Teatro Beckett, Guardia Vieja 3556 

Sábados 18.30 hs. Entrada general: $2000 

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