Emiliano Larea es un actor y bailarín dedicado a investigar las diversas formas del teatro físico. Él define ese espacio como “una escena que en Buenos Aires sigue siendo insurgente porque requiere de buena preparación en dos disciplinas: el baile y el teatro”. Sus espectáculos anteriores proponían exploraciones en esa línea, pero cuando se encontró con el popping –un género específico dentro del hip hop– eso funcionó como una llave hacia mundos que ya venía investigando. Así nació Jíjop, una historia bailada, que estrenó su segunda temporada en el Paseo La Plaza luego de su inicio en El Galpón de Guevara.
El título de la obra es una deformación de la palabra que define al género tal como la usan los “jijoperos”. “Si yo no cuento que es sobre esto, quizás nadie se da cuenta de que están las reglas del hip hop metidas ahí porque aparecen en función de las dinámicas de personajes, tiempos y ritmos”, explica Larea. El bailarín define Jíjop como un espectáculo de movimiento y aclara que el baile no sólo está en los personajes sino en toda la escena: “La llamamos maquinaria jijopera porque es una auténtica maquinaria: la danza en las sombras desde donde se mueven los objetos de la escenografía y el cambio furioso de vestuarios configuran una danza frenética en bambalinas. Hay un espacio vacío que es habitado por momentos, pero atrás está todo súper cronometrado y hay muchísimo ensayo para generar esa ingeniería de objetos que entran y salen”.
En Jíjop confluyen múltiples disciplinas y esa convivencia virtuosa queda plasmada en el resultado: no sólo hay teatro y movimiento sino también un planteo estético muy interesante desde la dirección de arte (Martín Diez y Azul Borenstein). Al Paseo La Plaza llega una versión renovada con respecto a la que se había estrenado en Guevara el año pasado: entre otros cambios, habrá música original para la puesta a cargo de Melina Moguilevsky y Tomás Rodríguez. “Esto nos permitió llegar a nuevos matices en cada escena y generar nuevos giros dramáticos. Poder componer la música en función de una escena te da muchas más herramientas que hacerlo sobre la base de una música que ya existe”, señala el actor.
Cuando se le pregunta por su relación con la música y la escucha, explica: “En los espectáculos teatrales siempre hay una dramaturgia. Puede ser un texto y cuando lo decís en escena es como si saliera de tu boca por primera vez; con la música pasa lo mismo. En este caso, la música es la dramaturgia y me va llevando no sólo por lo que escucho sino por lo que percibo de esos sonidos en mi cuerpo. Es como si siempre habitaras la escena por primera vez. Esa es la magia del trabajo escénico, siempre es novedoso”. La puesta de Jíjop aloja varias referencias: la más clara, quizás, es la de Tim Burton. El maquillaje de Emiliano, la peluca verde, el sombrero gigante, los accesorios y los trajes que usa en varias escenas remiten al universo del creador de El joven manos de tijera. “Burton genera esos universos fantásticos que son cercanos e irreales a la vez. Él fue una gran referencia, pero también nos basamos en el estilo de Buster Keaton y en la propia estética que Martín y Azul fueron desarrollando como artistas plásticos y directores de arte en estos años”.
La formación de Larea es nutrida y diversa: actuación, baile, antropología teatral e incluso artes marciales. “Ahora está el término ‘intérprete’ que abarca varias disciplinas, no sólo un actor que baila o un bailarín que actúa –dice–. Mi formación más fuerte tiene que ver con lo teatral, pero con mucha investigación en las ramas físicas: máscara neutra, Commedia dell’Arte y también otras disciplinas de la investigación en danza y movimiento”. Larea pasó por varias instancias académicas y mucha investigación propia. Cuando habla sobre esa síntesis, dice: “Yo siento que bailo y actúo a la vez, es todo una misma cosa. Hay una partitura de acción pero a través de un baile”. Larea prefiere el término “baile” al de “danza” porque le parece más accesible, ya que todos bailamos. “A mí me gusta lo popular, generar escenas que puedan calar en muchos niveles de interpretación, que puedan tener resonancia en cada persona apelando a su humanidad. En ese sentido, Jíjop es una obra que gusta a grandes y chicos por igual, se disfruta independientemente de la edad, el lenguaje o la condición cultural”.
Este espectáculo no requiere palabras pero sí se vale del lenguaje físico, un idioma universal que todxs comprenden. Por eso, tal como sostiene el artista, las capas interpretativas son múltiples: hay algo muy disfrutable para alguien que estudia danza, para un niño que se conecta con el cuerpo de manera natural, un espectador asiduo de teatro físico o alguien que no está del todo familiarizado con esa forma expresiva. En Jíjop también hay una reflexión sobre los ritmos impuestos de manera artificial en los cuerpos: el muñeco sale de la naturaleza, de la madera, el bosque y la lluvia, y se encuentra con el cemento, el ruido furioso de la cuidad, las maquinarias. “El recorrido es acompañado por el sonido y el tipo de movimiento: por momentos se humaniza, pero cuando eso sucede se pone más oscuro”.
La mirada de Larea sobre el mundo de la danza es optimista y realista. Por un lado, asegura que “hay unos artistas tremendos, gente que baila espectacular, una gran diversidad y mucha pasión”. Por otro, reflexiona: “En casi todas las disciplinas artísticas estamos muy atados a lo que el Estado dispone. En Buenos Aires hay varios nichos y se puede entrar al circuito, pero a nivel mundial el arte es subsidiado; lo que cambia es la realidad del subsidio. A veces siento que el apoyo que se le da al arte es mínimo y los proyectos nunca llegan a sustentarse. Creo que hay mucho ingenio y talento, y como bailarines estaría bueno tener representación en un sindicato donde existan referencias de precios”. Sobre el pasaje del circuito independiente al comercial, cuenta: “Esto es una novedad. Todavía estoy sorprendido y viendo cómo es, porque son universos muy distintos. Hay ciertas similitudes: los teatros siempre se transforman en casas, más chicas o más grandes, con más o menos comodidades. En el Guevara estuvimos súper cómodos y es una de las salas más grandes del circuito independiente; la Picasso es todavía más grande, hay equipos técnicos muy buenos que ayudan a que todo se vea mejor. Pero por supuesto las lógicas son muy distintas y a mí me gusta mantener el espíritu del independiente, yo sigo difundiendo e invitando”.
Por Laura Gómez
Idea original y creación: Emiliano Larea y Gabriel Páez
Intérprete: Emiliano Larea
Dirección: Gabriel Páez
Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza
Sábados a las 16 y domingos a las 15 (vacaciones de invierno: todos los días a las 15)