El escenario del Teatro Anfitrión se reacondiciona cada viernes para albergar la historia de Seríamos una familia, obra escrita y dirigida por Marigela Ginard a partir de textos de la escritora norteamericana Lucia Berlin, cuya potencia fue redescubierta varios años después de su muerte. El público no se ubica en la platea sino en sillas dispuestas sobre el mismo espacio escénico; esa decisión contribuye a la intimidad de la puesta. Hay un sendero arenoso que puede ser convenientemente una carretera o el pasillo de una clínica. Las tres actrices están vestidas con esos trajecitos de vaquera que Berlin describe en “Dentelladas de tigre”, con mucho jean, flecos y predominio de los colores terrosos en accesorios y objetos. La tríada encarna a la adolescente que protagoniza la historia pero también aparece Bella Lynn, su prima. La puesta retoma algo del universo de las road movies: la aventura comienza con la invitación a una fiesta navideña en casa de su tío pero de pronto el recorrido se va oscureciendo. No conviene develar demasiado, pero sí mencionar que el tema que atraviesa toda la puesta es el aborto clandestino. Una adolescente embarazada en una época en la que abortar no estaba en el horizonte de posibilidades para una mujer. “Has de buscarte a un hombre bueno, fuerte y decente, dispuesto a querer al pequeño Ben como si fuera su propio hijo. Ahora bien, encontrar a alguien que cargue con dos críos ya es otra historia”, advierte Bella. La pieza es cruda y logra pasar de la ternura inicial de esa cofradía de mujeres a las zonas más oscuras, pero por momentos aparece cierta timidez y las actuaciones quedan demasiado atadas al registro literario en lugar de ir a fondo con las acciones para mostrar (y no sólo narrar) ese mundo desolado.
Por Laura Gómez
Dramaturgia y dirección: Marigela Ginard
Intérpretes: Valeria Franchi, Pilar Pacheco, Evelia Romano
Teatro Anfitrión, Venezuela 3340
Viernes 21 hs. Entrada general: $2500