Sólo un sillón y unos paneles de fondo nos reciben en Dumont 4040, en cuanto entren Valeria Lois y Tomás Wicz voy a ser abducida por una historia que pone en jaque el progresismo vainilla de los tiempos que corren. Una madre y su hijo son los narradores de este torbellino de imágenes. Una madre y un hijo adolescente que, a pesar de una diferencia notoria de edad, parece que comparten los mismos códigos, el mismo desborde, el mismo rock and roll.  

Me cuentan sus rutinas llenas de agujeros, su vínculo compinche, sus roces con la ley, me muestran otro modo (políticamente incorrecto) de transitar la maternidad, enfrentándome como madre a los millones de mandatos que me atraviesan y que ella ignora completamente. Por un segundo, creo que ella es más feliz.    

Había ido con la idea de que me iba a encontrar con una historia de incesto, pero no vi eso, para nada. Quizás sí unos límites poco claros con el cuerpo del otrx, pero obvio, en este mundo no parece haber demasiados límites ¿por qué el cuerpo iba a ser una excepción?  

Sí vi una historia de desamor, una terrible historia de desamor que arrastra a esa madre y a su hijo a la perdición total.  

Con ella hago catarsis, sí, catarsis hecha y derecha. Con ella de la mano persigo al tipo que me dejó, vilmente y sin muchas explicaciones (igual que a ella). Con ella de la mano choco  y destruyo su auto, rompo a piedrazos sus casa, lo secuestro y le pido que me haga el amor, en este momento mágico que es sólo para los dos. Me convierto, a través de ella, en un personaje de Stephen King y nos envidio esa libertad. 

El pibe, el hijo, obviamente hace lo que puede, se mueve en un mundo sin estructuras que todxs los progres de la platea sabemos que lo llevarán a la perdición, aprovecha esa libertad para expandir su mundo y hacer todo eso que a nosotrxs nunca nos dejaron. Por momentos se ve obligado a ser él mismo el padre de su madre, a poner él la estructura. 

Como dije antes, ellxs dos me cuentan su historia, con una urgencia que recién entiendo al final. Ese espacio perfecto por lo minimalista también lo entiendo al final. 

Estxs dos monstruxs en escena se encargan con mucha maestría de hacerme viajar a través de un texto bellísimo estallado en imágenes. Se mueven de un modo muy orgánico en el borde entre la presentación y la representación. Me hacen verlo todo: desde la entrada de la escuela, hasta la mancha de humedad, desde la asistente social, hasta el río en la noche. Eso es el teatro, dejarse atravesar por la ficción para atravesar al público. En la platea, durante la hora y veinte que dura el espectáculo, no vuela una mosca, estamos hipnotizadx por estos dos que nos harán salir a la calle llenxs de vida. 

Por Agustina Soler. 

Precoz 

Jueves y Viernes 20hrs

Dumont 4040 (Santos Dumont 4040)

Autoría: Ariana Harwicz / Adaptación: Juan Ignacio Fernández / Intérpretes:: Valeria Lois, Tomás Wicz / Dirección: Lorena Vega