Fracasado atorrante vigente
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro

Fracasado atorrante vigente

por Lilian Sprovieri

9 de marzo de 2025

Entro por el pasillo oscuro del Dumont y me recibe una sonrisa cínica y atractiva. Él me saluda, se saca fotos, posa, se ríe y habla con el público que se ubica en las sillas. ¿Es el actor, el personaje o acaso el gato de Cheshire? Acomodados en los asientos, Diego Velásquez, (acaso el actor) da comienzo a la obra que rápido se convierte en un espacio íntimo de tenor confesional.

Escritor fracasado es un texto de 1933, un relato de Roberto Arlt. Su vocabulario y tono se suspenden en el aire escénico. Me auto observo: estoy sentada en la punta de la silla y así permaneceré por el tiempo que dura la obra. El desafío de comprender y atender el color de este lenguaje ha sido planteado y, hacía mucho, que no me lo proponían así.

La obra confiere la estructura de un unipersonal, con un texto que de principio a fin encarna en soliloquio y donde se asume un interlocutor imaginario que ahora somos nosotros: los que estamos acá atendiendo a las viles, irónicas e hipnotizantes palabras de este escritor que nos cuenta su periplo de éxito y fracaso. No nos queda otra que hablar con él porque sus preguntas nos interpelan al punto de romper la cuarta pared y responderle. Sin dudas de entender el código, sin dudas de que él no nos considera aptos para darle respuestas. Ya lo dijo Arlt “el público es una eterna bestia”.  

Estamos ante un personaje que conoció la cima del mundo y experimentó muy joven el gran éxito con un libro, sin embargo, algo ocurrió y es lo peor. Su pluma feneció y ni una sola página más pudo ser escrita. No es de aquel bestseller o del incunable de lo que quiere hablarnos, no pretende morir en los laureles. Se mueve, se pregunta y, fiel a su personalidad esquiva y crítica, nos confiesa las artimañas de quien nunca quiso reconocer el camino del fracaso.

La obra pronto me demuestra que puedo hablar con Roberto Arlt a través de ella. El fenómeno metafísico se produce gracias a la estructura que Marilú Marini, con sagacidad y experiencia, pensó para la realización escénica. Me lleva a pensar en Arlt, el escritor profesional, que en su corta vida dejó una prolífica obra, un hombre que tuvo que escribir para comer. Los siete locos, su novela más famosa, le valió un premio municipal y, sin embargo, nunca dejó de ser criticado por periodistas y escritores. ¿Quién no escuchó alguna vez decir “Arlt escribe mal”? A casi cien años de su muerte aún flota en el sentido común la misma sentencia. 

Arlt fue de origen proletario, vivió hasta los 42 años y su ámbito y tema de escritura fue Buenos Aires y sus calles. Inauguró, con su forma de escribir, una pelea con la gramática de la época. Debatió con los puristas del lenguaje del mismo modo que nosotros cuando argumentamos a favor del inclusivo, que la lengua es mutable y esquiva cuando se la quiere anquilosar. Hasta el cansancio denunció lo absurdo que es “pretender enchalecar en una gramática canónica las ideas siempre cambiantes y nuevas de los pueblos”. 

Su trabajo y su vida intelectual es de una actualidad abrumadora y esto nos viene a recordar Escritor fracasado. Cuando el personaje de Diego Velázquez va y viene por el escenario, se excita y enloquece, habla sin parar y desde su altura conviene que él es un canalla pero todos nosotros también, ¿de verdad nos está hablando del mundillo literario del siglo XX? Sospecho que no, que también habla de los fenómenos virales de nuestro tiempo, de los zanguangos, inútiles y onanistas escupiendo veneno en comentarios; de los rogadores de reels haciéndolo todo por un like, de los influencers caídos en desgracia haciendo un canje de publicidad por milanesas o pollo al spiedo. O quizás de los y las famosas de la última era televisiva buscando el “escándalo transitorio” (cito a Arlt) para recuperar aquello que alguna vez les hizo fuertes con este público devenido en masa que ya, me hago cargo, no puede retener la atención más de 15 segundos y solo busca como yonki el siguiente chorrazo de dopamina. El escritor fracasado sobre el final de la obra me lo confirma, del bolsillo de su saco del siglo pasado desenfunda un celular sonríe y hace click. Selfie.  

Diego Velázquez, la cara de esa foto, merece un párrafo aparte. Sobre un texto que está repleto por igual de cinismo y máximas universales de la realidad humana siempre encuentra la versatilidad para hacer cuerpo las palabras más espurias o, con jocosidad, tomar las grandes frases poéticas y suspirar un “aaaah miren la que tiré”. Logra con eficacia la ambigüedad del personaje que se ensalza y se odia a sí mismo proyectando idéntica sensación en su público, nosotros, que lo amamos a pesar de que es un bribón y sabemos que nos detesta. Su confesión nos vuelve cómplices y nos iguala en la arena de los miserables. 

Escritor fracasado es un paneo por la sociedad, una reflexión sobre el hacer, pero si lo dejás entrar lo suficiente, así como él quiere, es un viaje interior: una repulsión del propio ego en cualquier proceso creativo. De veedores y censores de lo ajeno, de guardianes de la quinta propia está llena esta sala, ahora qué genera la chispa magnífica de la lucidez artística, que todes buscamos, sigue siendo un misterio.

---

ESCRITOR FRACASADO
Actúa: Diego Velázquez
Autoría: Roberto Arlt
Dirección: Marilú Marini

DUMONT 4040
Santos Dumont 4040
Sábado 29 de marzo a las 20 h.

Revista Llegás Autor
+
ver más notas