
Mi novia del futuro es una obra que explora las multiplicaciones temporales y espaciales. Propone un juego entre la ciencia ficción y una época pasada para imaginar viajes en el tiempo que eviten el sufrimiento colectivo. Nos arroja preguntas en torno a cómo concebimos el tiempo, cómo nos relacionamos con los hechos y cómo podemos hablar con nuestro pasado.
La ciencia ficción funciona como una maquinaria narrativa que permite construir mundos alternativos. Una de sus funciones principales es la de jugar con la imaginación para introducir resquicios a partir de los cuales el ser humano se enfrenta a situaciones, máquinas y emociones desconocidas. La literatura y el cine han desarrollado ampliamente este género al brindar historias que nos han marcado. Recordemos que el modo en que nos movemos en el mundo también está condicionado por nuestros imaginarios. Por lo tanto, esas historias imposibles (hasta el momento) nos constituyen y hacen a nuestro vínculo con el entorno. A su vez, la bióloga y pensadora feminista Donna Haraway recurre a la ciencia ficción justamente por la potencia que tiene de crear horizontes de vida posibles y alternativos. Ofrece una instancia para pensar relaciones entre especies, vínculos entre humanos y máquinas, y nuevos regímenes del orden social.
Mi novia del futuro, la obra escrita por Anto Van Ysseldyk y dirigida por Guido Inaui Vega, trabaja precisamente con la ciencia ficción: por medio de un mecanismo que desconocemos una novia de un tiempo futuro regresa incansablemente al pasado para advertirle a su novia o novio las consecuencias que tendrá el encuentro con una persona. El viaje en el tiempo parece exceder la función de advertencia y se desliza la posibilidad que ya se haya hecho otras veces con distintas finalidades. De esta manera, se presenta la potencialidad del viaje en el tiempo como una concreción. ¿Qué nos motivaría a trasladarnos a tiempos pasados? ¿Cómo hablar con una persona amada cuando era distinta ahora y qué herramientas utilizar para persuadirla? Aún más: siendo como somos ahora, ¿nos gustaría nuestra pareja (o amigues) tal como eran años atrás?
Con algunas de estas incógnitas desplegadas, la obra, cargada de ternura y sorpresa, hilvana situaciones que parecen ser sólo una muestra de la repetición eterna. A su vez, el elenco compuesto por Anto Van Ysseldyk, Coni Beneitez, Nicolás Román Beuret, Lola Casas, Clara González Casella, Davide Jhon Lara Alayo, María Medesani tiene la versatilidad de encarnar distintos personajes y entornos sociales. Mi novia del futuro trabaja con las fiestas que aparecen en escena, cada una de ellas situada en contextos distintos y con sus propios códigos de socialización. Se logra trasladar a escena el espíritu festivo de las raves con música electrónica, de los bailes con cumbia y de las fiestas de egresades. En cada una de ellas, por más disímiles que sea la situación, se repiten, al menos, dos aspectos. Por un lado, las lógicas de encuentro, celebración y seducción prevalecen. Por el otro, la insistencia de la irrupción del futuro que busca advertir. Además, la música en vivo, a cargo de Juanpyx, construye un colchón sonoro sobre el cual se despliegan los cuerpos danzantes y en movimiento. Cada una de las fiestas tiene su propio DJ quien, al igual que actores y actrices, cambia algún elemento de vestuario según la música que toca.
La obra remite, en cierta medida, a la tragedia griega. Las canciones, entre cada escena, generan un clima de intimidad y emoción que se vinculan, con el andar del intérprete y el uso de su voz, a las intervenciones corales de las tragedias. Con las enormes distancias que hay, se puede pensar en la función de aquel coro, aquí reducido a una persona que instaura otro tiempo. Siguiendo con este juego provocativo de encontrar vinculaciones remotas, aquella persona que irrumpe repetidamente para anunciar la tragedia-por-venir podría ser equiparable al profeta ciego que, en Edipo rey, anuncia la inevitable calamidad. Así, se entrelaza la ciencia ficción con elementos del pasado arcaico. De cierta manera, lo que se dibuja es el tiempo como una espiral, la cual disputa una organización lineal y progresiva de los hechos.
Con una escenografía austera se logra ingeniosamente construir universos variados y diferenciados. Luces, bancos, botellas, ladrillos funcionan de modo eficiente y preciso al crear los entornos que rodean esos cuerpos. La distribución espacial, en la que los universos se rozan en un centro, se suma al aspecto temporal mencionado: la espiral al infinito. La inexorabilidad de la repetición. Como si todes estuvieran diciendo lo mismo, marcades por los mismos hechos y deseos. O como si los multiversos contuvieran las mismas historias. Y, en el centro de todo, el amor. El amor de una persona que intenta, con el mundo en contra, cambiar el curso de la historia. Evitarnos a todes una catástrofe y eximirnos de miles de muertes. Como si fuera posible para ella sola cargar con ese peso. Como si siquiera fuera una posibilidad evitarnos ese dolor. En Mi novia del futuro, las viajeras en el tiempo parecen no cansarse, al igual que la historia parece estar destinada a repetirse.
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MI NOVIA DEL FUTURO
Actúan: Anto Van Ysseldyk, Coni Beneitez, Nicolás Román Beuret, Lola Casas, Clara González Casella, Davide Jhon Lara Alayo, María Medesani
Dramaturgia: Anto Van Ysseldyk
Dirección: Guido Inaui Vega
TEATRO EL EXTRANJERO
Valentín Gómez 3378
Jueves 20.30 h