
Olavarría cuenta con más de ciento diez mil habitantes y, si bien hay un teatro y espacios gestionados por la municipalidad donde se realizan actividades, en la ciudad hay sólo dos espacios culturales que funcionan de forma autogestiva. Chamula, Tierra de las Artes es una asociación civil sin fines de lucro concebida como centro cultural. Parte del equipo surgió de la Escuela Municipal de Teatro, un grupo que ambicionaba un lugar de ensayo propio fundó la sala Punto de Giro, cerrada hace unos meses. En aquel semillero se produjo una escisión que buscaba dar cabida al circo, la danza y la música. Comenzó así la peregrinación por varios espacios que se ajustaran a las necesidades técnicas de esas disciplinas.
En el 2020, a punto de rendirse después de un desalojo y ante la vulnerabilidad del sector durante la pandemia, un cuento de Eduardo Galeano ayudó a renovar el compromiso para asumir la hazaña de una tercera fundación. Laura Tropea, una de las siete responsables del proyecto, recuerda que Galeano hablaba de cómo las mujeres embarazadas en San Juan de Chamula (Chiapas) descubren en un sueño el sexo de sus criaturas y cada recién nacido queda vinculado al árbol más alto del pueblo, donde se desposita su ombligo. Algo en esas imágenes iluminó la trascendencia de su causa y proporcionó el aliento para levantar su actual sede en lo que fuera un galpón abandonado en Maipú 3756.
La sala, alquilada, cuenta con capacidad para más de cien personas. Supuso una apuesta enorme donde se invirtió mucho tiempo y dinero para habilitar un espacio que hoy proporciona formación especializada en prácticas circenses, danza y teatro. En tiempos de precarización y vaciamiento, Chamula ha sabido dar lugar a Producciones Trifulca, una iniciativa de gestión, creación y docencia integrada por Mauricio Gogorza, Facundo Pereiro y Pedro Chirino, que apuesta por la creación de espectáculos interdisciplinares. En las últimas fiestas regionales organizadas por el CPTI presentaron dos de sus espectáculos: Contrapunto y Hogar, dulce, hogar. Esta última fue seleccionada como una de las obras suplentes para la competencia provincial y representa una buena síntesis de lo que ha sido el desarrollo sostenido de su línea de trabajo: pone en escena a ocho intérpretes que articulan herramientas de danza, circo y teatro para abordar el omnipresente conflicto habitacional.
Que una sala desarrolle su propia productora de espectáculos en la provincia bonaerense es un buen ejemplo de cómo y cuánto evoluciona el entendimiento del trabajo artístico y su profesionalización en la región. El equipo de Chamula sabe que no se trata sólo de afianzarse como espacio de contención para la comunidad, con cuyo apoyo y reconocimiento cuentan, sino de reconocerse como generador de empleo en el sector. En ese sentido, han desarrollado proyectos con distintos ámbitos educativos y trabajaron en espectáculos con el Coro Universitario y el Ballet Municipal de Folclore.
En el cotidiano mantienen una división de tareas que abarca el mantenimiento, la gestión de talleres o la atención de la cantina, pero también la atención de sus obligaciones como asociación, la difusión y una programación donde alternan sus producciones con la recepción de obras en gira.
Las instalaciones de una sala de esta envergadura demandan atención y renovación constante. El apoyo que se recibe de la municipalidad para el mantenimiento es mínimo, así que la inversión en infraestructura se complica, más aún en este contexto donde los subsidios del Instituto Nacional de Teatro para las salas peligran bajo el decreto 345 que atenta contra la Ley Nacional del Teatro, no obstante el equipo trabaja para proporcionar una buena experiencia a sus visitantes y Chamula es una de las paradas más recomendadas en la provincia de Buenos Aires. Público, estudiantes y artistas se sienten bien recibidos. Sus gestores destacan que el respeto a la identidad individual y colectiva los caracteriza y los reúne en su deseo de fomentar la cultura autogestiva. Valoran el crecimiento de sus integrantes y artistas locales, haberse convertido en un escenario donde puedan concretarse producciones y en un espacio de lucha desde el que defienden el arte como herramienta de transformación.