El teatro Payró es un emblema de creación y resistencia. Diego Kogan recuerda sus orígenes y anticipa cómo serán los festejos por los 70 años de su creación.
Soy Diego Kogan. Mi apellido está inevitablemente ligado al Teatro Payró y a su historia. Pero para hablar de historia, vamos a empezar por donde corresponde: por el futuro. Es que, además de una suerte de declaración de principios, viene como anillo al dedo ya que el Payró se acerca a sus setenta años. Y como el Teatro fue forjado por soñadores desde su creación, ya estamos soñando en cómo festejar en ese no tan lejano 2022.
No es momento de revelar los detalles de todo lo que estamos empezando a preparar para ese año, pero estamos proyectando muchas y diversas actividades para que el festejo sea como nos imaginamos. Resistir y proyectar el futuro es un par que atraviesa desde siempre la vida del Payró.
Luego de casi cuatro años de habernos alejado – por primera vez- de la dirección artística de la Sala, mi hermana Luchy, yo y nuestros compañeros en la cooperativa, volvimos en julio de este año a tomar sus riendas, por amor al teatro y por responsabilidad histórica. Y lo hicimos en un presente lleno de claroscuros, en un momento bisagra en la vida del país, de su pueblo, y de nosotros mismos como hombres y mujeres del teatro independiente, que formamos parte de este pueblo. Lo hicimos en medio de la difícil coyuntura, pero con la luminosidad que sabemos trae el futuro, con esperanza y nuevos anhelos.
Este año de regresos y de cambios, el Payró trae una actualidad efervescente de teatro, danza, plástica, clases y talleres, eventos y brindis. Como el brindis que se avecina para cerrar el año y para hacer un guiño al futuro: a mediados de diciembre le pondremos un broche de oro a esta temporada con la voz de la querida Rita Cortese, casi una madrina de esta nueva etapa del Payró. Y que servirá para anunciar, con bombos y platillos (o con teclado y guitarra), que en el 2020 vuelve la música a nuestra querida Sala. Esta sala que vio, por ejemplo, a una Mercedes Sosa pisando por primera vez un escenario de la ciudad de Buenos Aires, allá por el 1968.
Y ahora sí, hagamos ya que estamos, un poco de historia. Porque no es poca cosa que una “salita”, un “sótano”, un teatro independiente, esté próximo a cumplir siete décadas de actividad ininterrumpida.
Entre los tesoros del Payró, tenemos el Acta Nº 1 de la Cooperativa de Trabajo “Los Independientes”, la misma cooperativa que Onofre Lovero y sus compañeros de aventura crearon allá por 1952, y que sigue hasta nuestros días al frente de este sitio de creación y resistencia.
Cuando aquellos pioneros le dieron forma a sus sueños, tuvieron que levantar en lo que Onofre llamaba “un baldío techado”, un teatro. Así, construyeron una sala donde sólo había funcionado un depósito de mercaderías que los trenes de Ferrocarriles Argentinos traían desde el otro lado de la cordillera. Con sus propias manos construyeron un escenario, una platea, sus camarines, su cabina de luces, su parrilla…
Quince años estuvieron estos primeros soñadores al frente de la Sala, y fueron ellos quienes la rebautizaron como Teatro Payró, en alusión al periodista y escritor argentino Roberto Jorge Payró.
Hacia fines de los años 60, otro grupo de hombres y mujeres de teatro buscaban un espacio para su actividad creadora. Entre ellos estaban Jaime Kogan y Felisa Yeni, nuestros padres (de Luchy, mi hermana, y míos), quienes deciden tomar la posta. Jaime Kogan dirigió diez obras en el Payró, algunas de las cuales forman parte de la historia de la escena nacional: “Viet Rock” de Megan Terry; “El Señor Galíndez” de Tato Pavlovsky; “Visita”, “Marathón”, “La oscuridad de la razón” y “Rayuela” de Ricardo Monti. Las portadas de los programas de esta decena de obras se exhiben hoy en el hall del teatro gracias a un hermoso gesto de la Fundación SAGAI.
Los hijos nos hicimos cargo de la responsabilidad de la gestión cuando ya nuestros padres no estuvieron. Corrían los inicios del año 2000 y desde entonces, en eso estamos, honrando el legado de trabajo y lucha que ellos nos dejaron, un legado para nuestros contemporáneos y para las generaciones futuras.
El Teatro Payró vive enraizado en un pasado maravilloso pero mira constantemente hacia el futuro. Un futuro de deseos y pulsión teatral que, sabemos, le espera al Teatro Payró, y estaremos celebrando cuando cumpla sus setenta, ochenta, noventa, cien años.
Diego Kogan - Teatro Payró - San Martin 766 (Caba)